Redacción El Profesional del Siglo XXI

 

Nos enfrentamos a uno de los mayores cambios en la historia de la humanidad y en el menor tiempo. Pocas veces antes, han cambiado tanto las cosas en tan poco tiempo. Lo que hay que averiguar, de forma urgente, es si la IA es un modelo mejor para el futuro de la humanidad o, si por el contrario, va a ser el meteorito que va a acabar con nosotros, igual que en la época de los dinosaurios.

 

Por un lado, la IA está automatizando muchas tareas repetitivas y poco calificadas, lo que puede reducir la demanda de tareas manuales y rutinarias. Igualmente, está creando nuevas oportunidades de trabajo, particularmente en los campos de la programación y la tecnología. En general, se espera que la IA revolucione muchos aspectos del trabajo, incluida la forma en que trabajamos y las habilidades que necesitamos para competir en el mercado laboral. En lugar de eliminar por completo ciertos trabajos, es posible que la IA cambie el enfoque de los trabajos existentes, lo que requiere nuevas habilidades y conocimientos.

 

No cabe duda de que la IA tiene múltiples beneficios y, de ahí, su vertiginoso desarrollo. Por ejemplo, la mayor eficiencia y productividad, ya que puede ayudar a automatizar operaciones repetitivas y monótonas, liberando el tiempo de los trabajadores para que se concentren en trabajos más difíciles y creativos.

 

De igual forma, genera nuevos roles de trabajo e industrias. Se prevé que surjan nuevos roles e industrias de empleo, como capacitadores, explicadores y especialistas en ética de IA. También está provocando cambios en los patrones de trabajo, como el aumento del empleo remoto y la economía informal, así como la difuminación de las fronteras entre el trabajo y la vida.

 

Sin duda, también está exacerbando las disparidades existentes al dificultar que las personas que carecen de las habilidades y la educación necesarias se adapten a la nueva tecnología para encontrar trabajo. Esto puede suponer una vuelta atrás con el modelo de igualdad de oportunidades.

 

Por otro lado, están surgiendo importantes problemas éticos y sociales, como la posibilidad de prejuicios en los algoritmos de IA, problemas de privacidad y la influencia de la IA en el futuro del trabajo y la sociedad en general.

 

Lo cierto es que hoy mismo, ya estamos en una fase de automatización de tareas y de analítica de datos, que nos va a tener absolutamente controlados. Junto a ello, ya ha empezado y, se va a extender, con la rapidez de la lepra en la Edad Media, el uso de la IA, no sólo en las áreas administrativa, que también, sino en la toma de decisiones, lo cual, ya son palabras mayores. Además, la robótica y la automatización de trabajos físicos como el transporte, o mentales, como el periodismo o la abogacía, van a sufrir cambios en esta misma década, que eran impensables hace muy pocos años.

 

En definitiva, la inteligencia artificial ya está teniendo y tendrá una gran influencia en la industria laboral, cambiando la forma en que trabajamos, las habilidades que requerimos y las oportunidades de empleo que son accesibles. Adaptar el modelo camaleónico es nuestra única solución, adaptándonos rápidamente a la nueva situación. La cuestión es ¿estamos viendo venir un posible meteorito de enormes dimensiones o nos cegamos ante unos supuestos beneficios actuales sin tener en cuenta las consecuencias en todos los ámbitos?