Redacción El Profesional del Siglo XXI

 

Ghosting tiene su origen en la palabra anglosajona ghost que significa fantasma, es un término que se usa en las relaciones sociales y románticas cuando una persona de forma inesperada rompe toda comunicación con otra persona sin ninguna explicación.

 

Empezó a utilizarse a principios del 2000, pero se hizo muy popular cuando en 2015 se destapó la ruptura de relaciones de famosos. Ocurre en situaciones en las que las dos personas han estado saliendo o hablando durante un tiempo, y luego una de ellas desaparece sin ningún contacto, dejando a la otra persona confundida y preguntándose qué pasó.

 

A menudo se ve como una forma de rechazo y puede tener un impacto negativo en la persona que ha sido fantasma, lo que genera sentimientos de confusión, dolor y ansiedad.

 

Son muchas las razones por las que alguien puede elegir ser fantasma de otra persona, como el miedo a la confrontación o la falta de voluntad para herir los sentimientos de la otra persona, generalmente se considera una forma irrespetuosa e inmadura de terminar una relación o conexión.

 

Estos comportamientos fantasmas se han trasladado al mundo corporativo, el ghosting es ya un fenómeno presente en las empresas. Desgraciadamente son muchas las que dejan de comunicarse con el candidato o empleado sin ninguna explicación o notificación, esto ocurre durante cualquier etapa del proceso de contratación o incluso después de que la persona haya sido contratada.

 

En el proceso de contratación, el fantasma corporativo aparece después de que el candidato haya presentado su solicitud, asistido a una entrevista o incluso recibido una oferta de trabajo. La empresa puede dejar de responder a los correos electrónicos o llamadas del candidato, lo que supone no saber si aún se lo está considerando para el puesto o no.

 

La empresa no ofrece ningún feedback, creando dudas personales sobre sus habilidades, sobre su valía. En el trabajo, el fantasma se presenta cuando el empleado es despedido sin previo aviso, y aunque esta situación es la habitual actualmente y la consideramos normal, no deja de ser una frustración personal que hay que cambiar. La empresa deja de responder a los intentos del empleado de contactar, dejándole en la oscuridad sobre su estado laboral.

 

Todo esto transmite una imagen negativa de la empresa y su marca, transmite una cultura nada organizada y sin valores, no ofrece confianza al resto de empleados.

 

Estas situaciones se invierten cuando es el empleado el que un día desaparece, no se presenta a su puesto de trabajo y no da ningún tipo de explicación. Generalmente se da en aquellos puestos en los que hay mucha oferta y el trabajador no tiene miedo a cambiar, desapareciendo como un fantasma. Evidentemente esto no dice mucho de él y se arriesga a que las referencias destruyan su imagen personal.

 

Otras veces el empleado tiene miedo de su superior y no sabe cómo decir que se marcha. También se produce cuando el trabajo no cumple sus expectativas, y para nada se asemeja a la oferta publicada. Puede no aparecer a la entrevista e incluso a veces no se presenta el primer día de trabajo, cerrándose las puertas para siempre. La empresa tiene que empezar desde cero el proceso de selección, lo que acarrea pérdida de tiempo, carga de trabajo y costes que asumir.

 

Este fantasma corporativo se ha convertido en algo frustrante e irrespetuoso para los candidatos y empleados, y puede dañar la reputación de una empresa. Sin duda, es importante que las empresas se comuniquen clara y rápidamente con los candidatos y empleados durante todo el proceso de contratación y la relación laboral. Hay que cuidar la comunicación para hacer desaparecer el fantasma de nuestro entorno laboral.