Redacción El Profesional del Siglo XXI

 

El procesamiento del lenguaje natural, la visión por computadora y el aprendizaje automático se encuentran entre las tecnologías de inteligencia artificial que se utilizan para evaluar las expresiones faciales, los tonos vocales y los patrones lingüísticos a fin de evaluar la inteligencia emocional. Estos métodos tienen varias ventajas, incluido el análisis en tiempo real, la escalabilidad y la objetividad. Sin embargo, tienen una capacidad limitada para comprender adecuadamente las emociones, dar cuenta de las variaciones culturales y manejar las consideraciones éticas.

 

Los seres humanos tienen una inteligencia social y emocional natural; reaccionamos instintivamente. Podemos discernir fácilmente las emociones y los sentimientos de los que nos rodean, ya que algunos de nosotros somos más observadores que otros. Este intelecto básico, con el que nacimos y hemos aprendido, nos instruye sobre cómo actuar en situaciones específicas.

 

La combinación de IA con inteligencia emocional tiene el potencial de transformar varios modelos comerciales:

 

Los exámenes impulsados por IA pueden mejorar el proceso de reclutamiento al identificar a las personas con una alta inteligencia emocional, lo que da como resultado mejores relaciones de equipo y cultura en el lugar de trabajo.

 

Las tecnologías de IA pueden evaluar los patrones de comunicación, proporcionando información sobre la dinámica del equipo y haciendo recomendaciones para el desarrollo.

 

Respecto al servicio al cliente, los chatbots y asistentes virtuales impulsados por inteligencia artificial pueden usar la inteligencia emocional para brindar experiencias personalizadas y compasivas al cliente.

 

A pesar del término, “las emociones de la IA”, no alude a una computadora que llora porque que ha tenido una semana horrible. “Las emociones de la IA”, también conocida como “el afecto del ordenador”, es un área de la inteligencia artificial que aspira a analizar, interpretar e incluso imitar las emociones humanas.

 

La técnica pretende mejorar la comunicación natural entre humanos y máquinas para producir una IA que se comunique de manera más auténtica. Si la IA puede aprender inteligencia emocional, puede reproducir esas emociones.

 

El acto de reconocer y clasificar algorítmicamente las opiniones expresadas en el texto para evaluar la actitud del usuario hacia el problema se conoce como análisis de sentimientos o minería de opiniones.

 

Si bien la IA puede identificar lo que decimos como bueno o malo, ¿puede realmente comprender cómo nos sentimos? Incluso como humanos, pasamos por alto las alusiones culturales, la ironía y la complejidad del lenguaje, todo lo cual cambia el significado y, por lo tanto, las emociones exhibidas.

 

A veces son las cosas que no decimos o dejamos de lado las que revelan nuestros verdaderos sentimientos. Muchas personas se preguntan si la IA alguna vez será lo suficientemente inteligente como para reconocer este contexto. La capacidad de imitar emociones similares a las humanas agrega legitimidad a estas plataformas y servicios.

 

Los tipos actuales de IA, según los expertos en IA y neurociencia, no pueden tener sus propios sentimientos, pero pueden imitar emociones, como la empatía. La voz sintética también ayuda a reducir el tono robótico con el que funcionan muchos de estos servicios y emite una emoción más auténtica.

 

Por tanto, si los robots pueden comprender cómo se sienten las personas y ofrecer una reacción beneficiosa, incluso "afectuosa" en muchas circunstancias, ¿son emocionalmente inteligentes? Dentro de este tema, existe un desacuerdo sustancial sobre si una simulación de emoción muestra una comprensión real o sigue siendo artificial.

 

Según el funcionalismo, si imitamos la inteligencia emocional, la IA es, por definición, emocionalmente inteligente. Sin embargo, los expertos se preguntan si la computadora realmente "entiende" el mensaje que transmite y, por lo tanto, una simulación no refleja la inteligencia emocional de la máquina. Aún queda camino por recorrer, pero tal y como van las cosas, no se descarta que los dispositivos informáticos acaben, no sólo comprendiendo nuestras emociones, sino respondiéndonos con sentimientos. Nada es imposible.