Estábamos deseando que llegue, o eso dice la mayoría continuamente. Los suertudos que tienen un trabajo remunerado al que acudir a diario, donde dar lo mejor de sí, están contando los días. Los estudiantes, que se dejan noche tras noche los ojos detrás de los libros y las pantallas, llega la libertad de la “no obligación”. Para las familias que están en bucle cerrado cada día en su rutina más que aburrida, llegan un montón de aventuras nuevas. Para las parejas que se ven poco y que están pidiendo esta estación a gritos para hacer una escapada romántica donde más lejos mejor… les da igual el gasto. Para la mayoría, empiezan las vacaciones.

 

El 29% de los españoles tiene la intención de gastar menos que el año anterior en sus planes vacacionales, siendo la inflación la principal causa. En realidad, su intención es gastar un 1% menos, evitando alguna salida extra a restaurantes o algunas actividades de entretenimiento. Sin embargo, el mayor porcentaje, lo obtienen los encuestados que afirman que pretenden gastarse lo mismo que el año anterior, sin problema, son el 46%. Incluso, un 25%, declara que pretende gastar más que el año anterior, ¡venga! Parece que no estamos tan mal… el gasto medio/por español este verano del 2023 será de 1.174€.

 

Entonces, ¿de qué nos quejamos? Paro, edadismo, vivienda, inflación. ¿Será cierto eso de que la mayoría se endeuda con las vacaciones? ¿Qué se piden préstamos para ir a sitios increíbles y vivir experiencias inolvidables? ¿Tiramos de tarjeta o de ahorros intocables? ¿Nos ha invadido el Carpe Diem y vamos a todo tren, por si las moscas?

 

Pues algo debe ser, porque ocurre. No podemos, pero vamos. Corriendo el riesgo de que las vacaciones no sean tan “satisfactorias” como esperamos. Las expectativas están tan altas, que ninguna realidad puede alcanzarla. Muchas personas centran en la época estival la solución a sus males diarios. Y, es, al contrario. Surgen nuevos desafíos y más estrés.

 

Para eso, hay que tomarse las vacaciones con unas premisas muy claras:

 

1. Desconecta del trabajo completamente. Nada de “estar” disponible por correo o para urgencias. NO, completamente. La empresa puede perfectamente pasar sin ti. ¿Puedes tú pasar sin ellos? Haz la prueba y notarás que se te vacía la mochila.

 

2. Prioriza tu descanso físico. Regula tu ciclo circadiano, duerme las horas que tocan, o incluso más si te apetece. Regula el descanso y no te sientas culpable por ese relax de más.

 

3. Sal de tu rutina. No hagas lo de siempre. Reflexiona sobre lo que echas en falta o no te beneficia en el día a día, experimenta otros hábitos más saludables que puedes incorporar después a tu vida diaria. Alimentos nuevos, conoce ejercicios de una nueva disciplina, aprende a meditar, retoma lecturas de tu gusto, pasea antes de dormir…

 

4. Si viajas fuera, aliméntate de nuevas culturas. Abre tu mente a diferentes perspectivas de ver la vida y aprende nuevas costumbres, observa, evalúa, enriquécete con lo nuevo. Crece.

 

5. El tiempo libre dedícatelo a ti, a tus emociones, a tu aprendizaje, a tu evolución. Tienes tiempo para caminar, pensar, valorar, tomar decisiones, clarificar ideas. Realiza actividades que te reten, que te relajen, que te hagan reír, que te emocionen, no te quedes “indiferente” y “hastiado” ante lo nuevo. Prueba de todo, vuelve a sentir y dejarte llevar. Siente que estás vivo, que el estrés ya no está cerca, habla desde dentro, deja fluir tus sentimientos, busca tu bienestar.

 

6. Desconéctate de la tecnología y conéctate a los tuyos. Comparte las vacaciones con los que más quieres. Y, vívelas, no las contemples de lejos. Habla cara a cara, mira a los ojos, conversa largamente, escucha a tus seres queridos, interésate por sus sentimientos, comparte los tuyos. Verás desplegarse todo un abanico de colores, métete en él y baila hasta el amanecer. Verás que las conexiones humanas son más eléctricas que las tecnológicas y que te llenan mucho más que miles de likes.

 

7. Recarga las pilas. Si sigues todas estas recomendaciones, habrás encontrado tu bienestar y tu salud mental mejorará enormemente. Te motivará haber establecido esas conexiones personales y familiares tan íntimas y reconfortantes. Se habrá estabilizado tu felicidad, quedará lejos el estrés diario. Debes conservar esa “motivación” para la vuelta.

 

Tres claves para que tus vacaciones no aumenten tu estrés y se conviertan en todo lo contrario a lo que hemos sugerido: Planifica y resuelve los detalles antes del viaje, no quieras ser espontáneo dando sorpresas en el último momento (suele salir mal y te estresarás) y recurre a un profesional para organizar tus vacaciones y no te cargues con trabajo innecesario.

 

Pero, y ¿para los que nos quedamos? ¿Alguien piensa en los que, por diversas circunstancias, la estación estival no va a significar ni descanso, ni viajes a nuevos lugares, ni nuevas experiencias, ni conversaciones hasta el amanecer, ni nuevos hábitos, ni más descanso?

 

Mucha población va a sufrir altas temperaturas, en domicilios no acondicionados, va a trabajar cada día sin descanso, va a sufrir más estrés porque dispondrá de menos recursos abiertos y disponibles, empeorarán sus dolencias por el sofocante calor, quizá no tenga nadie con quien hablar (porque está de vacaciones), tampoco sus especialistas o profesionales habituales estén disponibles porque está cerrado por vacaciones, su motivación y salud se verá mermada por las difíciles circunstancias y el calor agobiante. No disponer de medios económicos puede perjudicar su salud mental (además de física).

 

No todo el mundo tiene la suerte de disponer de un trabajo o un sueldo fijo digno. Tampoco de una vivienda independiente (comparte o no está en su propia casa). Muchos cuidan de sus personas mayores, o les ha tocado cuidar de un familiar en una situación difícil. Otros sufren una “eventual” situación que no les permite salir de lo básico. No todo el mundo puede ser afortunado. “Que no me toque a mí…” y miramos hacia otro lado.

 

Una parte muy importante es la juventud. Quiero hacer mención, porque ellos están en una situación delicada. Más que los adultos, que asumen, más o menos, su situación. La juventud tiene una presión añadida que es muy peligrosa para su salud mental: las redes sociales. Donde no paran de ver a l@s influencers fotografiando sus cuerpos perfectos, con sus looks ideales en unos entornos paradisíacos. ¿Cómo van a competir con eso? Es muy muy peligroso todo lo que llegan a hacer para conseguir “aparentar” su verano perfecto. Porque ya no vale tener buen tipo. Ya no es suficiente lucir el modelo de moda. Ya no es suficiente el selfie con la playa de turno detrás.

 

Durante la última década, hemos sido testigos de una crisis de salud mental juvenil: tasas de suicidio que se disparan, hospitalizaciones por autolesiones y depresión entre niños, niñas y adolescentes. Más del 50% de los niños y niñas experimentan problemas de salud mental por culpa de contenidos tóxicos sobre la belleza en redes sociales y 8 de cada 10 están expuestos a contenidos de belleza alejados de la realidad. Todo eso provoca: ansiedad, depresión, irritabilidad, aislamiento, alejamiento de la vida real y de las relaciones familiares, pérdida de la autoestima.

 

Vamos a intentar ser claros con ellos, escucharles, explicarles, hacerles saber, enseñarles a “desconectar”, enseñarles a tomar las riendas de sus vidas. Todo lo que ven es mentira, es pose, no sirve, no vale para nada, solo para hacerlos adictos a algo que nunca serán, mientras pierden lo que son. Es buen momento para buscar un equilibrio, entre conexión productiva y desconexión sana. Que se conozcan a ellos mismos, sus raíces, que hablen con su familia, con sus abuelos, con su entorno, que vuelvan a levantar la vista y se den cuenta de que la vida la tienen “delante”. Y esa es la que vale.

 

Yo con esa edad recuerdo veranos memorables, emocionantes e inigualables. En urbanizaciones con todos los chalets con las puertas abiertas, con los coches aparcados delante y las llaves puestas, con hora de salida y nunca de llegada porque estábamos en familia… ¡Quién los pillara ahora! Recuerdo las excursiones en los vespinos a no sé qué lago, los baños interminables en las piscinas de los amigos, las fiestas a espaldas de los padres (donde siempre nos sentaban mal los “gusanitos”), las noches tumbados en la cálida carretera escuchando U2, las conversaciones durante horas con los dramas juveniles que invadían nuestros mundos, los juegos a pilla-pilla de noche disfrazados por los campos de naranjos en flor (menudo miedo y diversión). Era un no parar. Sin móvil, sin teléfono cerca, lejos muchas horas, salíamos de casa con lo puesto, con las manos vacías y el corazón lleno de aventura. La mejor época de mi vida. Mis veranos de adolescencia.

 

¿Cómo va ser el verano de tu vida? ¿Puedes presumir de que viajarás a países exóticos, probarás nuevos platos, lucirás las mejores marcas de ropa, visitarás exclusivos hoteles, deslumbrarás morenazo con tus gafas al sol y meditarás a fondo bien relajado con el mar de frente y el mojito al lado, y ni siquiera tendrás que hacerte las fotos tú mismo? Pues olé, olé y olé. Disfruta a la salud de todos los que no PUEDEN, por favor.

 

Ah, y, sólo una cosa más, no vuelvas diciendo que te da pereza y que te “estresa” el retorno. Rechinaaaa. Gracias.

 

 

“La felicidad consiste en vivir cada día como si fuera el primer día de tu luna de miel y el último día de tus vacaciones”. LEÓN TOLSTÓI.

 

 

Una profesional del siglo XXI.

 


¡Qué bien se nos da mentir, oye! Aquí no se salva nadie. Desde el: “estoy bien” de por la mañana, cuando te saluda un conocido, hasta la ocultación manifiesta de tus vergüenzas más reprobables sin pestañear, cuando has sido tú. Llevo unos días que mire hacia donde mire, todo son “mentiras”. Las hay tímidas y prudentes, de las que se dicen por no preocupar, o por no revelar información al enemigo… y así no lo pueda usar contra ti. Las hay grandes, pesadas, gordas… de esas deliberadas, que conllevan desgracias detrás, y de las que uno quiere salir con las manos limpitas.

 

Tampoco es novedad, en realidad es lo de siempre. Lo que pasa es que cuando ya, todo tu alrededor, es mentira, sientes que el suelo tiembla de otra manera. Levantas la mirada y te preguntas: ¿Qué va a ser de mí? ¿Qué será lo próximo? ¿Debo seguir obviándolo como hace todo el mundo?

 

Porque hay un listado laaaargo de enumerar que debe preocuparnos. Pero, parece que solo vemos un metro a la redonda, como cuando hay niebla cerrada. ¿Debo limitarme a vivir el aquí y ahora? ¿Esto es lo que toca y yo no puedo hacer nada? Todo se derrumba y creemos que ni un escombro nos va a salpicar. ¡Qué ingenuidad, a nuestra edad! Nos mienten en la cara y solo nos preocupa si entraré en el bañador del año pasado o si en Amazon está más barata la freidora de aire de moda. Igual es un sistema de defensa personal, el caparazón que nos ponemos, que nos creemos que es de aleación de última generación y ni la criptonita nos lo va a deshacer. Pues no sé yo hasta cuando… Todo ha saltado por los aires y nos negamos a verlo, no vaya a ser que me toque algo de cerca. Pero si ya nos está tocando, ya está aquí, ya estamos en la m….a (como se dice vulgarmente). Fíjate, que ya ni me preocupa la IA, porque nos vamos a inmolar nosotros solitos antes de que se haga de verdad inteligente.

 

Hasta el Planeta nos lo está diciendo, a gritos: te voy a freír como un pollo, te voy a arrasar con mi lava, te voy a matar de sed con mi sequía, te voy a ahogar con mis enfurecidas trombas de agua, te voy a agujerear con mis pelotas de granizo, voy a devorar todos los bosques con mis llamas, voy a cargarme todas las cosechas, voy a derribar ciudades enteras con mis temblores, desertizaré todo lo verde y te dejaré sin recursos en breve. Yo oigo, veo y siento eso. Parece que es resto del mundo, no. A los 4 que protestan, les llaman “alarmistas”. Están los empresarios y algunos habitantes que “hablan mucho” (pero hacen poco, o al menos, en proporción, la significación es ínfima), de sostenibilidad, energías renovables, biodiversidad, reciclaje, espacios saludables, y todo eso que va a salvar el Planeta, mienten, o se mienten. Sólo por poner un ejemplo, cada año, se estima que “un tercio” de toda la comida producida (el equivalente a 1.300 millones de toneladas con un valor cercano al billón de dólares) acaba pudriéndose en los cubos de basura de los consumidores y minoristas, o estropeándose debido a un transporte y unas prácticas de recolección deficientes.

 

Sin entrar en más detalles sobre el tema Planeta, informo de que, en el caso de que la población mundial alcance los 9.600 millones de personas en 2050, se podría necesitar el equivalente a casi tres planetas para proporcionar los recursos naturales necesarios para mantener los estilos de vida actuales. Ahí lo dejo… vamos tarde hace rato, pero tú sigue preocupado por si encuentras la freidora de aire en Amazon más barata.

 

Sin embargo, eso no es nada si nos metemos en política. O peor en geopolítica. Si nos ponemos a analizar lo que tenemos dentro de casa, nos da un chungo fijo. Eso sí es un baile de máscaras y mentiras. ¿Hacia dónde tiras? A Guatemala o a Guatepeor… todos mienten más que hablan, dicen, se desdicen y se lo vuelven a decir… el poder transforma hasta al más noble de los mortales y, si hay dinero de por medio, la mano tonta… se les va a todos. Pactar con el diablo es ya normal, está más que justificado. Y nosotros tragamos sin masticar lo que nos echen. Somos lo peor y “ellos” lo saben, por eso “pueden”. Y, si miramos fuera, más allá de nuestras fronteras, Diossss, que miedito todo. Oligarcas sacando pecho, psicópatas dominando potentes naciones, los grandes midiéndose el tamaño de los misiles, a ver quién los tiene más grandes. Y, mientras, muriendo miles y miles de personas que, una vez, creyeron que “patriotismo” era sinónimo de dignidad. Siempre son los inocentes quienes pagan el pato. Y, vuele a pasar, da igual el siglo en el que estemos porque la historia se repite sin cesar. Cuatro retrasados que quieren dominar el mundo y dejar su nombre escrito en los anales de la Historia reciente, sin pensar que, en breve, ya no habrá historia que contar. Todos somos enemigos de todos. Europa está en medio de 2 enormes contiendas, literalmente en medio, y de tanto mirar a izquierda y derecha, se nos olvida que por abajo vienen paso a paso… estamos perdidos, no hay salida. No reaccionamos ni con las amenazas de la tercera guerra mundial.

 

Y, mientras, millones de personas desubicadas, desplazadas, destrozadas, desarraigadas llegan pidiendo asilo, bueno, eso los que llegan, otros se ahogan, los explotan o los matan por el camino. Ya no sentimos nada cuando dicen las cifras de muertos de los inmigrantes, sean mujeres o niños… seguimos comiendo tranquilamente y pensando en que nos estamos poniendo gordos. No reaccionamos cuando vemos como los sacan del agua. Pero, cuando los acogemos e integramos, nos molesta ver que son muchos, que cobran de nuestros fondos y ayudas, que se quedan con nuestros trabajos más básicos que hemos rechazado antes, porque los de “clase media” no aceptamos ese tipo de trabajo denigrante. Ah, pero, ¡si ya no hay clase media! Hace rato que los jóvenes siguen siendo jóvenes a los 30 años en casa de sus padres. Y, no te lo pierdas, los de 50 años vuelven también a casa por Navidad, pero para quedarse a vivir. En un momento, nos damos cuenta de que todo está al revés. Y no hacemos nada, ¿qué vamos a hacer? Si sabemos que la cosa va a empeorar. Los que vienen pidiendo ayuda, al final nos quitarán nuestro suelo y nuestro sueldo. Sólo tienes que mirar y pensar un poco, ¿qué está pasando en Francia? Sigue mirando a izquierda y derecha, que nos la van a colar por abajo y por goleada.

 

Nos hemos insensibilizado totalmente, ni la guerra, ni la inmigración, ni las catástrofes climáticas, ni los incendios masivos, ni la enorme sequía, ni la acuciante contaminación de cielo, agua y tierra, ni el edadismo (por viejoven cincuentón, ni treintañero inexperto), ni los asesinatos diarios por violencia de género, ni el terrorismo, ni la polarización, ni los insatisfechos extremistas, ni los suicidios masivos, ni la falta de salud mental, ni la pobreza incipiente, ni las mentiras políticas, ni la incertidumbre de nuestras vidas… nada nos hace reaccionar. ¿Qué freidora de aire dices que te vas a comprar?

 

“La vida no podía ser esa cosa que se nos imponía y que uno asumía como un arriendo, sin protestar. Pero ¿qué podía ser?... Debía haber una contraseña, algo que permitiera quebrar la barrera de la rutina y la <indolencia> y acceder al fin al conocimiento, a la verdadera realidad”.

 

 

Una profesional del siglo XXI

 


Estamos llegando a un punto muy preocupante. Todos sí. Todo lo queremos de forma inmediata y recibir un disparo de dopamina cada 3 minutos es la adicción de moda. Vivimos bajo la creencia de que conseguir, de forma rápida y sin esfuerzo excesivo, ganar dinero, aprender una nueva profesión, hablar un nuevo idioma, o conseguir el cuerpo soñado en unos días, es lo inteligente y te distinguirá del resto. Te dicen que el truco está en leer el libro de moda, o seguir las recomendaciones de un video de 10 min, porque creemos que todo se puede simplificar al máximo y la cultura del esfuerzo ya es una soberana estupidez.

 

Auto estafarnos es lo que hacemos cada día. Nos creemos más inteligentes que nadie utilizando la IA, por ejemplo, o cualquier otro método (redes sociales, opiniones de seudo profesionales), que reemplacen ese tiempo/esfuerzo en recompensa inmediata. Te crees un experto con meras nociones de conocimientos incompletos sin profundidad. Queremos tiempo libre para centrarnos en la consecución del placer inmediato. En esta Era de gratificación instantánea, la adicción se ha vuelto un problema global. Esto pasa porque el hedonismo (búsqueda compulsiva del placer) conduce a la anhedonia (incapacidad de disfrutar de cualquier tipo de placer). Lo que nos empuja a la búsqueda de un placer aún más elevado para obtener el mismo placer que lográbamos al principio. No nos ayuda, en absoluto, que Estados y Corporaciones nos faciliten ese placer moderno y continuo para aumentar sus propios beneficios. Pero, ¿por qué nos pasa esto?

 

Primero, vamos a intentar explicar qué es una adicción y por qué se produce fisiológicamente. El sistema de recompensa reside en nuestro cerebro situado entre diferentes estructuras conectadas entre sí. Este sistema, llamado también sistema mesolímbico dopaminérgico, conecta el mesencéfalo con el sistema límbico. Comenzando desde el ATV (área ventral tegmental) y finalizando en el núcleo accumbens, éstas dos serían las zonas más relevantes. Y, conectadas en todo este sistema, participan estructuras tan importantes como la corteza prefrontal, el hipocampo, el pálido ventral, la glándula pituitaria, el hipotálamo y la amígdala. El sistema de recompensa ha sido vital para nuestra supervivencia. Se ocupa de hacerte saber tus necesidades vitales para que las consigas. La cuestión es que te comunica esa “necesidad” provocándote una sensación de verdadero placer al experimentarla, así que, por supuesto, ¡quieres repetir! Antiguamente, comer, beber, reproducirse… eran necesidades vitales que el sistema de recompensa te comunicaba que debías experimentar repetidas veces para tu supervivencia. Pero, con los siglos, eso ha ido cambiando mucho. Y, la sensación de placer que produce el chute de dopamina en el cuerpo cuando consumes una “necesidad”, hace de la experiencia algo extremadamente adictivo y memorable.

 

Hoy en día, nuestras “necesidades” ya no son esenciales para la supervivencia, son adicciones del mundo actual: drogas, fármacos, sexo, comida basura, redes sociales, pornografía, videojuegos, apuestas, reconocimiento social… Esa necesidad imperiosa de “consumir” esas recompensas la marca la Dopamina. Solo el pensamiento de encontrarse cerca de conseguir alguna de esas “recompensas” ya consigue que, por nuestro torrente sanguíneo, corra la Dopamina sin control alguno. Se ha creado la adicción verdadera. Participar en actividades agradables genera potenciales de acción de neuronas productoras de Dopamina del ATV.

 

Pero, no olvidemos que el cerebro es una máquina perfecta. Por lo que, igual que libera la Dopamina para conseguir lo que desea, una vez conseguido, se autorregula para devolver, desde la neurona receptora con la ayuda de la proteína transportadora, la vuelta de esa Dopamina a su neurona transmisora de origen. Con eso funcionando adecuadamente, estaríamos bien protegidos de los excesos. Pero no. Cuando (accidental o deliberadamente) abusamos de una sustancia o acción provocamos que se bloquee la “recaptación” de Dopamina. Y nadamos en un incremento de Dopamina que sobre estimula a nuestras neuronas receptoras hasta el punto de causarnos una euforia prolongada e intensa de placer. Exposiciones repetidas de esa situación, y oleadas de Dopamina eventuales, desestabilizan el sistema de recompensa y ya no es sensible a los estímulos cotidianos. Y la única cosa gratificante acaba siendo nuestra adicción.

 

La mayoría de las drogas de abuso incrementan el nivel de Dopamina en la vía de recompensa. Algunas drogas como el alcohol, la heroína, la nicotina… indirectamente excitan a las neuronas productoras en el ATV, de forma que éstas forman más potenciales de acción de los debidos. La cocaína actúa directamente en la terminal nerviosa, se une al transportador de Dopamina y bloquea la “recaptación” de esa Dopamina. La meta anfetamina (un psicoestimulante) actúa de forma similar a la cocaína en el bloqueo de la remoción de la Dopamina. Además, esta puede entrar en la neurona transmisora y liberar Dopamina sin necesidad de activar el potencial de acción. Cada droga actúa de diferente manera, pero todas producen ese exceso de Dopamina en una cantidad mucho mayor de lo normal.

 

Pero, hay una droga que quiero destacar expresamente. Una droga inventada en 1960 con fines médicos para aliviar los dolores agudos y crónicos y, además, con un coste de elaboración química muy económico y de muy alta efectividad, que se creyó iba a aliviar mucho sufrimiento a los enfermos sin recursos. Sin embargo, se ha convertido en una epidemia, con riesgo ya de Pandemia en nuestra sociedad actual. Hablo del Fentanilo, la droga Zombi, o la droga Tranq. Habrás oído, o visto, los estragos que esta droga está causando en E.E.U.U. desde hace años. El Fentanilo es un opioide sintético (anestésico-analgésico) que supera la más alta adicción que ninguna otra droga conocida. El Fentanilo es 50 veces más potente que la heroína y 100 veces más que la morfina. Inicialmente, desde su creación su uso fue prescrito con receta médica para aliviar el dolor de enfermedades crónicas, sufrimiento oncológico, o dolores extremos de unas pocas enfermedades. Muchos pacientes acabaron siendo adictos a este opioide, e incluso causó muertes en las primeras décadas a enfermos atendidos con este medicamento por incrementar su dosis.

 

Ese no fue el mal principal, lo peor llegó cuando el mercado negro se dio cuenta de su potencial e indeseables de varios países empezaron a venderlo como una droga ilegal, en forma de pastillas o en formato inyectable. Es ahí cuando en un país como E.E.U.U., que tiene un gran problema de atención sanitaria no gratuita, provocó que miles de enfermos dependieran de esta droga para aliviar el dolor insoportable de sus enfermedades crónicas, al no poder costearse un tratamiento hospitalario. Unos se volvieron adictos por enfermedad, pero otros, al comprobar su potencia, empezaron a utilizarlo como sustituto o complemento a sus drogas habituales. En varias décadas se expandió terriblemente en ese país, provocando las muertes de personajes de cine y del espectáculo tan famosos como el cantante, Prince, Michael Jackson, o muchos otros.

 

En nuestro cerebro existen, de forma natural, receptores opioides que inhiben las terminaciones nerviosas con un potente efecto analgésico. Pero, después de probar el Fentanilo, nada es comparable a su tremendo efecto y a la adicción inmediata que provoca. En general los opioides son más adictivos que ninguna otra sustancia y crean enseguida síndrome de abstinencia. El Fentanilo disminuye tanto la sensibilidad que ya no sientes placer, liberación de dolor o alivio ninguno, si no es administrándote esa droga. Hoy en día no hay otra droga que logre, con menor velocidad, mayor placer en el organismo. Es inmediata. Comienza su efecto en 30 segundos, llega a su efecto máximo entre los 5 y 15 minutos y la duración de su acción supera los 60 minutos. Es una auténtica bomba de relojería para el organismo. Por eso, es muy habitual sufrir una sobredosis con pequeñas dosis. Se enlentece la respiración, sube la presión sanguínea y al final el oxígeno no llega al cerebro (hiponexia) causando coma o, incluso la muerte.

 

En la Pandemia su utilización y expansión fue demoledora causando más de 150.000 muertes solamente en E.E.U.U. Esta última década, se ha extendido su uso, y fabricación, a Canadá, México, Guatemala principalmente. Pero el mayor centro de fabricación se halla en China. Curioso, ¿no? Porque allí la fabrican en cantidades ingentes y la exportan a México, donde suelen cortarla con Xylazine (opiáceo para animales, super potente y no compatible con el cuerpo humano) que está provocando en los adictos la putrefacción de su piel. Ni así dejan la droga, se pudren vivos y deambulan como zombis sin sentir el dolor que les provoca la necrosis.

 

También las potencias mundiales, como Rusia, sufrieron en una acción terrorista los efectos mortales de esta potente droga, transformada en una letal arma química. Los terroristas la probaron, sin miedo, en grandes cantidades, Fentanilo cortada con Carfentanilo en forma de gas, en el atentado con rehenes de 2002, en el Teatro Dubrovka, donde murieron 170 personas. Se sabe que hay más armas químicas de estas características, por su bajo coste y alta efectividad en dosis pequeñas.

 

¿Sabías que, hoy en día, España es el 3º país consumidor de Fentanilo del mundo, por detrás de E.E.U.U. y Alemania? Sí, ya hace tiempo que esa droga se ha instalado en Europa y ya está causando estragos. La cosa no va a mejor. Fácil fabricación, costes ínfimos para grandes cantidades, amplios beneficios y todo el mundo sediento de chutes rápidos de Dopamina.

 

Lo mejor es no caer, no probar. No te dará tiempo de reacción, antes de engancharte. Pero, si conoces a alguien que, por causas médicas o lúdicas, ha caído en la trampa dopaminérgica, que sepas que se puede reeducar al cerebro y desengancharte de tus adicciones. Porque, el Fentanilo da mucho miedito, pero es igual de grave a la larga que otras adicciones que nos negamos a reconocer y he nombrado al principio del artículo.

 

La adicción por la comida rápida (rica en azúcar y carbohidratos refinados), el sedentarismo, el exceso de azúcar y sodio en la dieta, el consumo habitual de alcohol y tabaco, el enganche 24/7 a las pantallas y redes sociales, la obsesión por la imagen pública, la adicción al sexo, la ludopatía, los ansiolíticos, los somníferos, la falta de motivación por los objetivos que incluyen esfuerzo, la adicción a los falsos gurús que prometen recompensas rápidas, la polarización o el extremismo que te da lo que crees que deseas y te está manipulando… Hay muchas formas de adicción. ¿Cuál es la tuya? ¿La piensas trabajar?

 

“Cuando el placer corrompe la mente y el cuerpo, nada ya es tolerable. No porque el sufrimiento sea fuerte, sino porque la persona es DÉBIL”. <SÉNECA>

 

 

Una profesional del siglo XXI.

 


Lo había estado pensando mucho. Hacía tiempo que se estaban traspasando todos los límites. Había sido clara, paciente y honesta. Había cumplido mi parte con creces. Tenía que parar aquella situación y volver a tomar el control de mi vida. Reconocía que me estaba afectando demasiado y me invadían continuos pensamientos de abandonar.

 

Una cosa tenía muy clara, siendo como soy, una vez empezara a hablar, no podría parar. No conocía filtro alguno cuando vomitaba desde dentro. Y suponía que sería un paso decisivo. Que tendría consecuencias definitivas. Que conllevaría a una toma de decisiones, al menos, por una de las dos partes obligatoriamente. Es mi esencia, quiero recibir lo mismo que doy y no negocio con eso. Sabía que yo estaba en una situación de desventaja importante, que me lo iba a jugar todo. Pero cuando llego a un punto límite, no hay quien me pare. Actúo. No me sirven las medias tintas, ni las palmaditas asertivas sin efecto. Quiero ver compromiso, soluciones y un cambio radical. Quiero lo prometido.

 

Preparé la escena, un lugar tranquilo, con buenas vistas, una hora perfecta en la que no primaran las prisas, o la hora de comer, expuesto al público, pero sin paso, de forma que quedaba privado al mismo tiempo. Teníamos agua, su café y dulces preferidos y todo lo que pudiéramos necesitar en un buen rato. Nadie podría oír la conversación y mi equipo estaba avisado de no ser molestados.

 

Nos encontramos allí puntuales, a él siempre se le iluminaban los ojos al verme. Nos saludamos afablemente, como siempre, con un cariñoso abrazo y un beso en la mejilla, nadie diría que no era sincero. Parecíamos como familia o amigos de toda la vida. Le conocía bien, bueno, eso creía yo. Le notaba cierta expectación y tensión en sus micro expresiones. Lo detecté enseguida, pero no pensé ni por un momento echarme atrás. Una vez nos sirvieron, y nos dejaron a solas, él se puso más tenso, pues valoró la cuidada planificación. Notó que no iba a ser una reunión normal. Pero me ganaba por tablas…

 

Ahí, en el borde del precipicio, salté al vacío. “Te he convocado aquí porque tenemos que hablar muy en serio… ME HE EQUIVOCADO”, esa última frase sonó contundente, tal cual, tajante, casi retumbó. Así empecé, relatándole mi situación, como si él no formara parte, como lo que era y sentía: una reflexión profunda de la situación que estábamos viviendo esos últimos 7 meses. Él tomó una pose receptiva y me escuchó sin interrumpirme en todo el relato:

 

“Sí, me he equivocado, porque te he creí… confié en ti, he apostado todo por el proyecto que me vendiste y he cambiado mi vida segura por una promesa que no has cumplido en absoluto. No es que el proyecto no valga la pena, no es que fuera mentira que existía lo que me vendiste, es que me has manipulado. Ahora me encuentro en una situación muy delicada, fuera de todo control y quiero que te comprometas a solucionarla. Quiero saber el porqué de todo y tomar una decisión correcta para mí”.

 

Su cara quería mostrar control, pero sus ojos me mostraban una sorpresa de incredulidad ante la situación seguro que más inesperada e increíble que nunca se hubiera imaginado ese día. Se recolocó en su sillón un momento y se mantuvo muy abierto a escuchar todo. Abrió sus manos hacia mí en señal de suéltalo todo, aquí estoy.

 

“Sabes que llevas casi un año detrás de mí, para que viniera a trabajar contigo. Desde que te despidieran de nuestra antigua empresa, como Director General, me has estado llamando alabando mi profesionalidad y no dejando de decirme lo poco valorada que me tenían en mi puesto de trabajo. Meses y meses llamándome y explicándome lo injustos que habían sido contigo al despedirte sin razón esos zoquetes, los grandes planes que se avecinaban en tu vida desde entonces y que contabas conmigo para darme mi lugar. Es cierto, buscaste mi punto flaco, a pesar de tener un puesto fijo varios años, éste solo me proporcionaba estabilidad: un puesto directivo y ejecutivo merecido y unos resultados que triplicaban por tres el beneficio anterior de mi departamento (reduciendo los costes considerablemente) y mi empresa no me había reconocido nunca, nada, bueno algún correo de ¡felicidades por los increíbles resultados de este año!, no me habían subido el sueldo (o aumentado los incentivos), no cambiaban las cosas importantes que yo sugería para beneficio de toda la empresa, ponían muchas trabas para crear sinergias y realizar proyectos más creativos y participativos, no creían en la intercomunicación diaria entre departamentos, no aceptaban proyectos nuevos, estaban muy estancados viviendo de renta de ser los mejores en su sector.

 

Sabías de sobra, por lo que me conociste trabajando, que yo me aburría soberanamente hacía tiempo. Que proponía y proponía, que empujaba, que intentaba hacer equipo, y solo había un mínimo grupo de tres infranqueable y temeroso del cambio, que frenaba cualquier atisbo de novedad que no dominaran. Te despidieron a ti, porque como nuevo Director General, tú tenías el poder de decidir otras políticas, muy similares a las que yo pretendía. Te criticaban porque eras innovador, proponías mucha comunicación y trabajo en equipo, impulsabas al cambio y ellos no lo soportaron. Eso es cierto. Por eso, nos llevábamos tan bien, por eso coincidimos en nuestra forma de ver las cosas. Ambos veníamos de otras grandes empresas y entendíamos los negocios de otra forma. No quise oír otras razones de tu despido, no quise creerlas, porque tenía claro que siempre se busca desacreditar a quien pone en peligro tu zona de confort”.

 

Él sonrió socarronamente, sabía perfectamente que lo que decía era la pura verdad. Y, a pesar de que intuía lo que se avecinaba, quería oír más… “Cuando, por fin, tu gran amigo, materializó este gran proyecto que me ofreciste, la verdad es que vi la luz. Me cegó por completo. No por la posición o el dinero, que eran lo más, la verdad. Si no, por todo lo que se podía hacer… un grupo inversor que nos da una pasta increíble para transformar enormes y viejos dinosaurios, con encanto y solera, en exclusivas empresas boutique a todo lujo, sin límite de gasto para innovación, creación, desarrollo y puesta en marcha en un cambio integral. Wowww, el sueño de todo profesional que, como yo, lleva más de 25 años en el sector y puede expandir todo su potencial multidisciplinar que he desarrollado en más ocasiones.

 

Sabes que no podía negarme, aún así, te pedí que esperaras a finalizar el año. Primero porque se lo debía a mi empresa y a mi equipo. Segundo, porque ese año era el año que más incentivos iba a conseguir en todos los años que había trabajado allí, y quería cerrar mi viaje con ellos de la mejor manera y los mejores resultados. Tercero, porque quería estar segura y te pedí esos 3 meses. No fuiste capaz de respetar eso, por más que te rogaba una mínima espera para una decisión así y empezar a primeros de año, me rogabas que fuera ya porque sin mí no podrías sacar esos 3 meses adelante, que era muy importante, la oportunidad de mi vida. Incluso, antes que yo, llegó tu mano derecha del otro lado del océano, un profesional como la copa de un pino, experimentado y líder nato. Y, ni, aun así, podías iniciar el proyecto sin mí, pues mi sector era el más complicado y tratar con la vieja guardia de una empresa no era nada fácil. Claro, hay que sustituir (o transformar) a lo viejo por lo nuevo, eso incluía a los profesionales que llevaban allí más de 20 años. No son muebles. Al final, casi me insinuabas que iba a perder la oportunidad, pues no podías esperar más. Así, que, hice de tripas corazón y tomé la decisión. Sin plan b, cuando yo en mi vida siempre tengo plan: a, b, c y d. Di un mes en mi empresa, perdí mis incentivos, pagas extra y el respeto de mi equipo. Y los abandoné. Sabían con quien me iba y eso fue lo peor. Quisieron retenerme, avisarme, prevenirme. Pero no podía echarme atrás. Todo lo que querían decirme, lo obviaba, pensando que, si era verdad, yo lo controlaría. Pero no ha sido así, ¿lo sabes, ¿no?”

 

Me miró largamente, entrecerró los ojos y supo que venía lo peor.

 

“Cuando llegué aquí, habías elegido por mí, 2 piezas clave para mi equipo. Eran muy buenos por Cv y eso me salvó, de momento. Pero ni me consultaste, era mi equipo, debía haberlos elegido pues entraron a la vez que yo. El resto, los teníamos que transformar o “limpiar”, como tú decías. Lo primero que hice, además de conocer todo el proyecto general que se esperaba de nosotros, y los plazos, fue realizarte un organigrama central para la empresa. Sólo tú tenías un gran despacho con secretaria. Los demás no teníamos ni una assistant para lo más básico. Claro que esto era un caos, tenías razón. No hay Director de Recursos Humanos, bueno, no hay ni departamento, solo dos técnicos haciendo nóminas. No hay Director de Compras, solo un economato y un mando intermedio que lleva allí 25 años, con el que no puedes ni hablar, ni solicitarle un inventario. El departamento contable, no es financiero, solo contabiliza, el qué, estaba por averiguarlo. No existe diseño, ni guest experience, sólo una directora de marketing que va a las Ferias, y revisa algo de las reservas que hacen las de “ventas”. Una gobernanta que sí se ha buscado la vida en los bajos del edificio… y un equipo de seguridad externo y corrupto. No hay ningún director corporativo, ni siquiera general o ejecutivo. No hay mandos intermedios con formación elevada. El absentismo laboral es la estrella del mes, el alcoholismo es el mal de mi departamento y los hurtos y la desorganización diaria el caos general. Nos roban hasta los clientes, por eso estamos llenos. Todo funciona bajo un engranaje podrido. No puedo decir que me engañaras, es cierto que es misión “¿imposible?” Pero, sorpresa, el organigrama nuevo fue ignorado absolutamente, ni siquiera contemplado o discutido.

 

Como emergencia, me he pegado a tu segundo, que hace las veces de primero el 100% del tiempo 24/7, como yo. Nos reuniste los primeros días para explicarnos tu “súper visión” … sin parar de decir: quiero… quiero… quiero… Finalmente, me solicitaste a mí la realización del Plan de Negocio al completo (no solo el de mi departamento), eso sin parar de decir: quiero… quiero… quiero… (Se me quedó grabado a fuego). Nos exiges briefings diarios breves (10/15min) a primera hora de la mañana para los jefes de todos los departamentos a los que dices que vas a asistir para organizar el día, y uno semanal todos los martes por la mañana en sala de reuniones algo más extenso para explicar por departamento los acciones correctoras y desarrollos en marcha. Nunca has asistido a ninguno. Nunca estás en tu despacho. Parece que el golf cubre todo tu tiempo. El subdirector o yo, tenemos que cubrirte siempre, ni nos avisas de tus ausencias.

 

Han pasado 7 meses de verdadero esfuerzo y sufrimiento, hemos enderezado este caos interno como hemos podido, tu mano derecha y yo, hemos estado al pie del cañón todos los días de la semana y nos hemos cubierto las ausencias el uno al otro. Cuando logramos verte o reunirnos contigo, esquivas los temas pendientes, no nos firmas ni un solo presupuesto, y no paras de hablarnos de tu súper visión, ya casi enfermiza de todo esto…

 

Yo me paso las horas aquí metidas, apagando fuegos, sin disponer de presupuesto para cambiar apenas nada, he tirado de recursos de mejora de horarios, formaciones propias, sustitución de personal por otro más profesional, he innovado dentro de mis posibilidades, he implementado medidas de control de costes y todo ha mejorado mucho. Hasta hago terapia a los pobres trabajadores con problemas de alcohol en mi despacho por no perder buenos profesionales. Llego a casa rendida y tengo que ir acabando el Plan de Negocio que está quedando colosal, y que te encargas de exponer todo hinchado de gozo frente a los inversores cuando vienen a vernos una vez al mes… como si fuera tu propio trabajo. Pero eso no es todo, han pasado 7 meses y ningún mes he ganado lo firmado en mi contrato, me pagas lo mismo que ganaba antes. Y no te lo vengo a pedir con carácter retroactivo. Te pongo en situación, y te informo de que eso lo tienes que arreglar ya este mismo mes. No me sirve ninguna excusa.

 

Ahora hablemos del tema más personal. Creo que te dejé muy claro que entre tú y yo no habría ninguna relación fuera de la profesional. He obviado todas las señales e insinuaciones que me has hecho a puerta cerrada en tu despacho. Tocándome el pelo, oliéndome el cuello, diciendo que te pone mi perfume, alabando mi figura o mi ropa, llamándome “la princesa de mi castillo” delante de los inversores y más cosas… sexismo a tope. Fui muy clara al principio, cuando fuimos a probar varios restaurantes de moda para inspirarme en mi trabajo y me pediste intimar. Los acuerdos en tu matrimonio me dan igual, conmigo no. Fue entonces cuando me contaste la anécdota del Rey de la Selva, que aún hoy trato de asimilar. Según me explicaste, el León es el animal más poderoso, admirado y respetado de la selva. Por eso se aparea con varias hembras a la vez y, TODAS, por muy jóvenes que sean, hacen cola para estar con él. Es un privilegio. Ellas no sienten celos de otras hembras, porque a pesar de ser animales están más <evolucionadas> y me preguntaste si yo era una mujer evolucionada… está muy claro que aquí hay un problema muy grave, eres pasivo agresivo. Y eso: Conmigo no.

 

Te he hecho caso omiso cuando pretendías que contratara para mi departamento, más de una vez, a chicas jóvenes y guapas, con las que habías intimado, personas sin ninguna cualificación profesional que no tenían otros recursos más que tus promesas. Hemos hecho la vista gorda cuando has traído al Hotel a decenas de chicas por las noches, hemos callado que llegaras borracho a altas horas y también, ocultamos como pudimos, que nos llamaran desde recepción que estabas tirado en el piso, que el novio de una trabajadora te había partido la cara de madrugada al pillarte con ella… todo eso lo hemos contemplado, tapado y escondido. He despedido a mi mano derecha, el mejor Chef que había conocido, por orden directa tuya (o yo me iba a la calle), porque según tú estaba enamorado de mí y no hacía buenas migas contigo. Nunca, jamás, he despido a nadie en contra de mi voluntad y de forma más injusta. He llorado todo el fin de semana porque he perdido mis valores, por mi ego y mi ambición. Te admiraba, te consideraba un ejemplo de profesional y no dudaba de tu valía, estaba tan equivocada…

 

Comprenderás que yo, ya no puedo más. Reconozco que no es culpa tuya. Esto que está sucediendo es sólo culpa mía. Soy consciente, me responsabilizo y voy a arreglarlo. Absolutamente, ME HE EQUIVOCADO. Y, mientras lo soluciono, quiero que todo esto cambie ya. Esto es todo lo que te tengo que decir.”

 

Sinceramente, había visto en su cara de póker, sorpresa tras sorpresa. Creo que nunca hubiera imaginado que alguien le diría a Él todo esto a la cara. Y, pensé: ahora viene el hachazo, fijo. Estaba preparada.

 

Pues, no, contra toda previsión, se le humedecieron los ojos, me pidió mil disculpas (que parecieron tan sinceras…), me dio la razón en TODO, recalcó lo que había dejado de hacer profesionalmente y todo el mal que había provocado personalmente… y más que aquí no relato, claro. Yo no daba crédito. Me había desahogado casi dos horas, pero sin medida, sin filtro, sin miedo alguno. Y, él lo había encajado como un campeón… nos levantamos, me abrazó, me pidió disculpas todo el rato y fuimos andando juntos hacia los despachos. Por el camino, me prometió que todo iba a cambiar, que iba a solventar sus faltas, que se iba a poner las pilas y nos iba a ayudar con el proyecto. Que no me podía perder, que era su valor más preciado. Que no me preocupara por el tema económico, que esa misma tarde, lo dejaba solucionado en Recursos Humanos. Volvió a despedirme con un abrazo, más fuerte de lo normal… y me pidió, por favor, que confiara en él, que lo iba a cambiar todo.

 

Yo estaba que no cabía en mí de gozo. ¿Estaba soñando? ¿La sinceridad y el arrojo habían triunfado? El sub director general me estaba esperando en mi despacho, se lo conté todo y, la verdad, lloramos de pura emoción y tensión acumulada. Cada día de la semana siguiente el Director General acudió a su trabajo, a los briefings diarios a la reunión semanal, fuimos a un viaje juntos y me dio apoyo con una empresa externa de mi sector. A final de mes, cuando vi mi nómina, no lo podía creer, era el sueldo acordado. Sinceramente, no contaba con continuar trabajando allí.

 

En las mejores series suelen poner: CONTINUARÁ… aquí sí que continuó, sí, y tanto que continuó… EMPEZÓ una nueva serie, pero esta de terror. Como, estúpidamente, me enteré más tarde, el apodo de este tipejo era “KILLER”.

 

“Todo está perdido cuando los malos sirven de ejemplo y los buenos de burla”. <Demócrates>

 

Una profesional del siglo XXI


Seguimos en Pandemia. Salimos a la calle sin mascarilla y ya no mueren miles de personas en las UCIS`s, pero ahora lo que nos embarga a todos es peor. Parece que lo de la lección con sangre entra, no ha funcionado. Estamos contemplando como el Planeta necesita nuestra ayuda urgente, pero permanecemos inmóviles viendo las torres caer, como si fuesen las del vecino y nuestra casa siempre nos fuera a sostener. Cada vez somos más los que estamos pagando caro nuestro sueño. ¿No dicen que hay que tener los sueños más grandes e inalcanzables que podamos? Es lo que recomiendan contra la adversidad. Más resistencia y menos vulnerabilidad. Pues yo creo que podemos ver, sin equivocarnos, el precio que estamos pagando a nivel personal, social y profesional por superar la carrera de tener más y más.

 

Ya hablé en otro artículo de las consecuencias del neo liberalismo en nuestras vidas, pero no es suficiente. La bola no deja de crecer. No sabemos qué es el “buen vivir”. Estamos cada vez más separados de la naturaleza, del mundo animal que nos provee, del cambio necesario para reconocer los límites de sus recursos y de los nuestros propios. Dominamos la naturaleza y la utilizamos para nuestro disfrute, siendo el ser humano el primero que se explota a sí mismo. Como ya recalqué: "Ahora uno se explota a sí mismo y cree que se está realizando", Byung Chul Han.

 

Nos creemos libres y somos unas meras marionetas del mecanicismo. Cada vez más enfermos, cada vez más solos, cada vez más ansiosos, cada vez más adictos. Preferimos ponernos unas gafas de realidad virtual que ver la nuestra. Eso es más que cierto. Preferimos mirar la pantalla de nuestro móvil que mirar a nuestra pareja en la cena. Preferimos charlar a distancia, de pantalla a pantalla, a poder tocarnos y sentir el calor de un amigo. Preferimos hablar con una máquina (a poder ser por escrito), que llamar de viva voz y oír a la otra persona. Y los audios, cuanto más cortos mejor, o me los pongo x2.

 

Pero, después, nos lamentamos de que no tenemos ningún amigo y de que nuestra vida está vacía. Que lo conseguido trabajando tantos años no ha dado sus frutos, que estás en la calle por edadismo sin reconocimiento ninguno a los años y horas dedicadas, que si conseguiste triunfar lo has perdido todo en divorcios y las malas relaciones no te hacen feliz, que no conoces casi a tus hijos, que se han marchado de casa y apenas te hablan, porque te echan en cara tus ausencias por trabajo, que ahora que tienes tiempo te toca cuidar de tus padres mayores y no puedes disfrutar de lo planeado, en fin, que la vida no es eso que habías pensado.

 

Y, todo va tan deprisa en estos tiempos, casi no te da tiempo ponerte al día con la tecnología y eso te deja fuera del campo. En tus tiempos no eran tan importantes los idiomas y solo los estudiaban los afortunados y, ahora, te exigen al menos ser bilingüe. Si pasas de 50 años, ya estás fuera del mercado laboral y, encima, del mercado sentimental, ya te ven mayor y menos atractivo. Si tienes hijos de otras relaciones, te pesan las responsabilidades y obligaciones, restándote tiempo y dinero para rehacer tu vida. Te buscas la vida, otro propósito, luchas como nadie y te dejas la piel en el intento de no depender de un gobierno que no va financiar tu jubilación. Es posible que vuelvas a casa de tus padres, pues no puedes asumir tus propios gastos. Fracaso.

 

Y, si tienes 30 años, sigues estudiando carreras y especializaciones, algunas incluso ni siquiera te gustan, pero las necesitas para poder enfrentarte a la dura competencia actual y conseguir salir de casa de tus padres sin ninguna garantía de permanencia fuera. ¿Formar una familia? ¡Ja! Te ves viviendo en piso compartido a los 30 y sumido en una eterna y lacia juventud.

 

Sobrevienen las adicciones, al alcohol (gran lacra general que no entiende de edades ni educación), a los ansiolíticos (triplicados por 3 nos aíslan del sufrimiento diario) y a la soledad como el aislamiento más abrumador que esconde nuestros lamentos, pues nadie quiere quitarse la careta de encima y que le señalen delante de todos gritando a voces su fracaso. No puedes mostrar tus debilidades, al menos te queda eso de dignidad. Algunos se rinden, cada vez más. Y se hacen desaparecer, lamentablemente. Cada vez son más. Y todo sigue como siempre.

 

¿Qué hacer contra la ADVERSIDAD? ¿Cuánto debemos resistir? ¿Hasta cuándo debemos luchar?

 

Aristóteles dijo: tira siempre por el camino del medio. Siempre hablo de CORAJE en mis artículos, sin él no serás capaz de luchar por un nuevo “propósito”. Siempre hay que tener sueños, muchos, grandes, inalcanzables, ¿por qué no? Pero una cosa es la VALENTÍA, y otra la tontería. Quiero decir: tira por el camino del medio. Los cementerios están llenos de valientes. Una cosa es la “cobardía”, que es el miedo que te paraliza. Y otra la “temeridad”, el otro extremo, que te fuerza a arriesgarte a matarte. Quédate con la VALENTÍA, el CORAJE: enfrenta el miedo 5 minutos más cada vez… hasta vencerlo. Y luego, CONTRAATACA. Sí, levántate todas las veces y dale duro. Quizá no llegues al éxito, pero el viaje habrá merecido la pena, lo que vivirás y aprenderás tendrá un valor incalculable que forjará tu personalidad. No confundas FRACASO con ERROR. No es lo mismo. Fracaso es no volver a levantarse. Error es probar, equivocarse, caer y volver a levantarse para probar de nuevo.

 

Hazte RESISTENTE, apuesta por ti, comprométete, controla tu destino, no te castigues por equivocarte, entrena tu control interior. Un sabio dijo que es más feliz quien distingue las cosas que SÍ puede controlar de las que NO. Vives mejor no luchando por causas perdidas. Consigue lo que se llama “crecimiento post traumático”: felicítate por la intención que tuviste de pelear.

 

¿Cuándo logramos ser AUTOEFICACES? ¿Sabemos hacernos responsables? ¿Creemos en nosotros y nuestras capacidades?

 

La autoeficacia es creer que somos capaces de hacer las cosas, darnos un voto de confianza. ¿Cuántas veces no hemos hecho algo porque no nos hemos visto capaces de hacerlo? No nos hemos tirado a la piscina, ni siquiera con agua… la autoeficacia te obliga a “enfrentarte” a las situaciones, a tirarte al ruedo, a sacar callo, a tomar el control. Te puedes enfrentar de 2 formas: al problema o a la situación. Enfrentarte al problema conlleva coger el toro por los cuernos y pelear una solución. Enfrentarte a la situación es evitar que te haga daño, relajarte, evadirte, cuidarte, alejarte… el cuidado de la emoción, eso alivia de momento, pero NO soluciona.

 

Ya sabemos que aprender cuesta, molesta, es sacrificado… seguramente es más cómodo tomarte una copa o un ansiolítico (o los dos), y mirar para otro lado. Y ya le lloraré a mi terapeuta el “pobre de mí”. Es una opción, sí, muy extendida. Pero, eso nos va a llevar al hoyo. Y mira que lo entiendo, que lo fácil suele ganar. Que piensas: ¿y qué voy a hacer yo contra el cambio climático, contra los políticos corruptos, contra los jefes psicópatas, contra los ricos cada vez más avaros, contra los líderes mundiales cada vez menos humanos…? Pues tú solo poco, es verdad. Pero ¿y todos juntos? Todos los que se toman esa copa y se toman ese ansiolítico… al menos habría testigos sobrios de esta masacre.

 

Al final, está escrito, todos pedimos lo mismo antes de morir: hacer todo lo que no nos atrevimos… y NO lo que los demás esperaban de nosotros.

 

“No pierdas de vista tus sueños, la vida va de intentarlo, no de conseguirlo”. Mago More.

 

Ahí van unos consejitos para crear hábitos que te ayuden a no procrastinar y lograr tus metas. Aunque vayas por la vida con la actitud de “¡siempre acertamos a la última!”, a mí ya me vale, porque lo estarás intentando.

 

1. Enfócate. No te vuelques en varias metas a la vez, no lograrás ninguna, seamos realistas.

 

2. Paso a paso. No quieras conseguirlo de golpe. De 10cm en 10cm, en unos años has conquistado Portugal.

 

3. Domina tu meta por partes. Como en un maratón, cuando ya no te cueste correr 10km, ve a por 15km.

 

4. Lo que hay es lo que hay. No podemos cambiarlo, solo podemos aceptarlo. La actitud es el secreto.

 

5. Autoconocimiento. Conócete a ti mismo y conocerás el universo. Un profesor un día me mandó una tarjeta que decía: Sé transparente para que todos veamos maravillas.

 

6. Seamos humildes y agradecidos. Dominemos nuestro EGO. No somos mejores que los demás.

 

7. Da la cara en tus errores. Hazte responsable para tomar cartas en el asunto.

 

8. Fortalece tu sentido del humor. Es la clave para todo. No hay mayor valor terapéutico que este. Compórtate como si fueras feliz, canta, ríe, baila, relaciónate, diviértete, y tu cerebro no parará de generar endorfinas. Será un círculo vicioso. Realmente funciona. Hay muchas clínicas y métodos de risoterapia, porque el cerebro no distingue si tu risa (sonrisa) es verdadera, al final tu estado cambia y la alegría se hace real. No te empeñes en ser feliz, esfuérzate por estar alegre, reír y divertirte, aún en las situaciones más cotidianas. Relativiza, cambia el humor, ponte una sonrisa mayor cada día. Tu actitud mental te hará brillar de nuevo.

 

"Dame seis horas para cortar un árbol y pasaré las primeras cuatro afilando el hacha."

 

- Abraham Lincoln - Máximo Potencial.

 

Una profesional del siglo XXI


Hace muchos años era inviable, hace unos pocos era muy caro, pero ahora, ya es accesible. La cuestión no es solo moral o ética, no se trata solo de saltarte una norma social o invadir un territorio prohibido, no es cotillear a través de una ventana la vida de los demás o la tuya propia… La cuestión es si eres capaz de soportar EL PESO DEL SABER. Abrir la caja de pandora, aquella donde está escrito tu destino o, al menos, la ruta que va a tomar tu vida en un tiempo.

 

La mayoría hablamos de las desgracias de los demás a media voz, como entre secretos, exagerando el desenlace y haciendo ver que sufrimos poniéndonos en su lugar, cuando estoy cansada de ver la cara que ponemos al mirar hacia el otro lado, nos importa bien poco mientras no nos pase a nosotros. Somos expertos en dar condolencias, lagrimear compungidos ante las malas nuevas de los amigos y en dar ánimos que sabemos no van a calar en ningún corazón roto. Somos egoístas a más no poder, porque el suspiro que soltamos cuando estamos solos se oye entre continentes, menos mal que no ha sido a mí. Y es así, así de cierto, el instinto de supervivencia que he visto tantas veces, que nos hace pisar al de abajo sin querer oír su quejido.

 

Y, ¿quién nos va a culpar? Estamos aquí para sobrevivir ante lo que venga, para quedar los últimos, para vivir un poco más. Pero ¿y si te propusieran conocer tu destino? ¿Y si pudieras tener entre tus manos la carta de tu futuro próximo con una fiabilidad importante? ¿Con una probabilidad de acierto estadísticamente aceptable? ¿Querrías saberlo? No mientas.

 

Hace ya bastante tiempo que es factible, y los resultados son cada vez más fiables. Pero lo relevante es que hoy ya es asequible económicamente para la mayoría de nosotros. Todos podemos conocer los secretos de nuestro ADN, nuestro código genético tiene todos los secretos de nuestro pasado, nuestro presente y nuestro futuro. Es el lenguaje de la vida y nos va a desvelar el de nuestra muerte. Cuidado, nuestro fin biológico, causado por herencia cromosómica, por enfermedades que desarrollaremos durante nuestra vida. Evidentemente, aquí no entra el efecto suerte, casualidad o circunstancias adversas como muertes por causas accidentales.

 

Estamos en la era de la genómica y eso es un privilegio que debemos aprovechar en nuestro beneficio, pero que no deja de provocar ciertos reparos en nosotros cuando se trata de saber qué nos depara el futuro. Dejando eso a un lado, hay que ser prácticos e inteligentes y utilizar el potencial genómico para acercar el paciente a la medicina y destacar que podemos asegurarnos una medicina personalizada. El análisis de nuestro ADN nos permite diagnosticar con precisión las enfermedades, incluso antes de que aparezcan los síntomas, prevenir su aparición o determinar qué tratamiento es el más adecuado para cada paciente. Sin embargo, a medida que la medicina genética se adentra en terrenos más profundos y detallados del genoma humano, surge una preocupación crucial: la privacidad genética.

 

Empresas como 23andMe te ofrecen toda tu información genética con solo recibir una muestra de tu saliva, eso sí, prometen guardar tus datos bajo llave con toda la privacidad legal posible. No es así, las bases de datos públicas permiten que cualquiera cargue secuencias de ADN y busque otros usuarios con secuencias coincidentes. Estos sitios funcionan mediante el uso de software para comparar secuencias de ADN cargadas por los usuarios con secuencias que ya están en su base de datos. Hay servicios en línea, como GEDMatch, MyHeritage y FamilyTreeDNA, que se han convertido en lugares populares donde las personas cargan su información genética, con otros motivos que no son la salud, sino para investigar su genealogía y encontrar parientes perdidos. Son servicios que también utilizan los cuerpos de seguridad para localizar sospechosos o criminales a través de una coincidencia de ADN con familiares. ¿Qué ha sido entonces de nuestra privacidad? Esto no es como cuando usas una tarjeta de crédito y quieres anular sus datos para sustituirla por otra. El ADN es único e intransferible. Eres tú mismo.

 

¿Cuál es la situación actual? La privacidad genética se refiere a la protección de la información genética personal y su uso indebido. La secuenciación del genoma humano es ahora más accesible y asequible que nunca, lo que ha llevado a un aumento en la cantidad de datos genéticos recopilados y almacenados en bases de datos públicas y privadas. Estos datos pueden ser extremadamente sensibles, ya que contienen información sobre nuestras características físicas, predisposiciones genéticas a enfermedades y otros rasgos MUY personales.

 

La preocupación principal en relación con la privacidad genética es el riesgo de discriminación y estigmatización. Si los empleadores, las compañías de seguros de salud, u otras instituciones, tuvieran acceso a nuestra información genética, podrían tomar decisiones perjudiciales basadas en predisposiciones genéticas. Por ejemplo, una compañía de seguros de salud podría negar la cobertura a una persona debido a un mayor riesgo genético de desarrollar una enfermedad en particular. Esto podría tener graves consecuencias para la vida de las personas, limitando sus oportunidades y creando desigualdades.

 

Imagina que vas a entrar en un proceso de selección para un puesto que te interesa muchísimo, es tu futuro más anhelado. Y, la empresa, (o consultoría), accede a la base de datos que contiene tu información genética. Un especialista de selección, con conocimientos genómicos, les informa de que, en pocos años, vas a desarrollar una enfermedad neurodegenerativa incapacitante progresiva y sin cura. Por supuesto, quedas descartado, aunque seas el mejor candidato actual.

 

Efectivamente, los investigadores advierten que estos servicios «directos al consumidor» podrían ser vulnerables a una especie de piratería genética. Pero no solo se trata de que te roben tu información más íntima, y decidan por ti, que sí, por supuesto, tiene unas consecuencias gravísimas. Quedarte sin un trabajo, sin un seguro médico u otra discriminación puede cambiarte la vida. Pero, ¿y lo que se descubre al cargar secuencias de ADN seleccionadas al extraer los genomas de la mayoría de las personas en una base de datos?... Inmediatamente se identifican a las personas con variantes genéticas asociadas con rasgos específicos como la enfermedad de Alzheimer, u otras. ¿Quieres abrir la caja de Pandora? ¿Estás preparado?

 

Afortunadamente, se han implementado medidas para abordar estas preocupaciones. En muchos países, existen leyes y regulaciones que prohíben la discriminación basada en la información genética y establecen salvaguardias para la privacidad de la lectura del ADN. Además, los investigadores y profesionales médicos están cada vez más comprometidos con el uso ético de la información genética y la protección de la privacidad de los pacientes.

 

La medicina genética ha demostrado ser altamente efectiva en muchos aspectos, pero es importante considerarla todavía como una potente herramienta probabilística. Quedan años para conocer toda la información que nos puede proporcionar. Sin embargo, es importante tener en cuenta que la genética es solo una pieza del rompecabezas y que otros factores pueden influir en la salud y el desarrollo de enfermedades.

 

Por ahora la medicina genética funciona muy bien en el diagnóstico de enfermedades hereditarias: como la fibrosis quística o la distrofia muscular, como también en enfermedades cardíacas, cáncer de mama o enfermedades neurodegenerativas. Las pruebas genéticas pueden tener una alta tasa de precisión en la detección de mutaciones específicas relacionadas con esas enfermedades. Por ejemplo, se ha secuenciado el genoma BRAF como una mutación que causa el Melanoma metastásico con la esperanza de vida de 1 año. Y se le ha ganado la batalla, pero no la guerra, pues pasado un tiempo, volvió a reproducirse en otro lado del cuerpo. La lucha contra el cáncer, en general, es crucial y esta especialidad la tiene como prioridad. Sin embargo, es importante recordar que no todas las enfermedades genéticas son igualmente comprensibles, o tienen marcadores genéticos bien establecidos, por lo que la precisión puede variar en función de la enfermedad en cuestión.

 

Uno de los objetivos aún está por alcanzar y sería eliminar las enfermedades hereditarias antes de que el bebé nazca. Para eso utilizamos la Terapia génica: La terapia génica es un campo en desarrollo que busca corregir enfermedades genéticas al reemplazar o modificar genes defectuosos. Eso ya sabemos hacerlo: fertilizamos un óvulo y producimos un embrión de 8 células. Extraemos 1 de esas células y analizamos sus genes, revisamos que no tenga ninguna herencia genética de enfermedad mediante un diagnóstico genético pre-implantatorio DGP. Nos aseguramos de que no tenga ningún defecto congénito y de que NO haya ninguna mutación. Y se puede implantar un óvulo sin genes mutados o con herencia enferma. Es el momento de aprovechar para “pedir a la carta” … Esto puede llevarnos a otro dilema moral. ¿Buscamos una ÉLITE GENÉTICA? ¿Acabaremos confundiendo eliminar las enfermedades hereditarias con la elección de atributos destacables en los futuros miembros de la raza humana hechos a nuestra imagen y semejanza jugando a ser Dios?

 

Quedémonos con un buen sabor de boca. En general, la medicina genética ha demostrado un gran potencial para mejorar el diagnóstico, el tratamiento y la prevención de enfermedades. Además, el campo de la medicina genética continúa avanzando rápidamente, y las investigaciones y los avances tecnológicos pueden mejorar aún más la precisión y las probabilidades de acierto en el futuro.

 

Confiemos en que se respetará al máximo la privacidad de nuestro ADN y confiemos en la ética médica. No pensemos en los hackers genómicos ni en el negocio que eso supone ya. No pensemos que el poder y el dinero todo lo puede. Vamos a confiar en que este avance hará más bien que mal y que, si al final, todo falla, pues bueno, seremos la raza más longeva, perfecta, sana, fuerte y bella que habita el Universo. Pero, eso sí, con un corazón pequeñito, pequeñito.

 

“Tú no tenías la culpa de haber nacido sin corazón. Por lo menos, intentabas creer en lo que creía la gente que tenía corazón...Así que fuiste un buen hombre, después de todo.”

 

- Kurt Vonnegut –

 

Una profesional del siglo XXI


¿A quién no le ha pasado alguna vez? Me atrevería a decir que todo el mundo lo ha sufrido bastantes veces. Y no sólo de una parte, sino de la otra también. Seamos honestos. Conocemos lo que es hacerlo y lo que es padecerlo.

 

En el tú a tú, en una reunión de grupo, siempre hay uno que desea sobresalir. Normalmente, surge de forma inconsciente, otras veces, la mayoría, surge de forma intencionada. Siempre suele pasarnos con las mismas personas que evidencian su mala educación y falta de empatía. El que interrumpe a los demás, y no deja hablar, tiene algún problema, o unos cuantos…

 

Cuando estamos exponiendo nuestras ideas resulta muy incómodo que te interrumpan y te hagan callar con un tono más alto, queriendo resaltar su argumento por encima del tuyo. Cuando es así, inicialmente te sientes desconcertado y molesto. Y llegas a dos conclusiones inmediatas: o es tan interesante lo que estoy diciendo que he motivado en la otra persona a aportar sus ideas completando mi exposición o, por el contrario, no está de acuerdo en absoluto y quiere imponer sus ideas. Esto es claramente narcisista.

 

Efectivamente, lo es. Cuando una persona te interrumpe continuamente, no sabe escuchar, se impone levantando la voz, te corta en mitad de las frases, no le importa un carajo lo que estás diciendo, y no deja de hablar sin parar y sin atender si tú le estás escuchando, simplemente dándose el gusto de escucharse a sí mismo delante de ti, o de otros, es un PREPOTENTE y un MAL EDUCADO. No tiene más vuelta de hoja. Eso para empezar. También podemos buscarle algunos matices de por qué le ocurre eso… qué lo motiva… qué hacer en esos casos… vamos a ello.

 

Hay que distinguir si lo que le ocurre a esa persona es un rasgo de su personalidad o un trastorno. Hay lesiones cerebrales que provocan “labilidad”, pero normalmente se trata de “descontroles emocionales”, que es de lo que nos ocuparemos aquí. La persona lábil es inestable de forma alternada, no continua y, a la hora de poder controlar lo que percibe y siente, no sabe expresarlo más que de forma exagerada o inapropiada. En ocasiones, llega a tener una conducta histriónica (reacciones de llanto descontrolado, risas histéricas, comportamiento exagerado), y hay que descartar siempre que su comportamiento no derive de un trastorno más importante como: esquizofrenia, Parkinson, depresión, autismo, esclerosis múltiple, trastorno límite de la personalidad, Alzheimer… donde ya he comentado que no entraremos.

 

Seguiremos analizando la personalidad de los que nos quitan la palabra de forma poco ortodoxa. Lo primero, evalúa si es algo casual, si esa persona no lo suele hacer de forma continua, puedes dejarlo pasar y tener más paciencia ese día, poniéndote en el papel receptivo y de escucha, pues probablemente, es lo que necesite. Si es de forma esporádica, querer llamar la atención tomando la palabra cuando no toca, expresando una labilidad sin fin en una conversación telefónica, o acaparando toda la conversación en un tú a tú… indica que está pasando por un momento de crisis, soledad, ansiedad, ruptura, duelo, aislamiento… y te ha tocado ser su salvavidas un rato, o si esa persona te importa, te puede servir para prestarle la ayuda adecuada.

 

Sin embargo, están los casos repetitivos y cansinos que ocurren siempre con las mismas personas, más o menos próximas, un familiar, un compañero de trabajo, tu jefe… eso es más complicado de llevar y hay que atreverse a llamarlo por su nombre. Egocentrismo y prepotencia máxima. Resulta insoportable cuando la persona la tienes que frecuentar muy a menudo, así que, toca enfrentar.

 

En muchas ocasiones, hay un componente cultural o social que incrementa esa conducta y suele ser inaceptable. El machismo (tanto en el hogar/entorno social como en el lugar de trabajo), el hombre egocéntrico siempre subestima lo que dice una mujer en público, incluso añadiendo alguna lindeza sexista. Ahí, sí te animo, seas hombre o mujer, a que lo cortes de raíz. Pero a lo bruto, sin cortarte un pelo, y dejando en evidencia la falta de respeto. Vale la pena el enfrentamiento, sin piedad.

 

La familia es un entorno muy jerárquico, en ocasiones, y propicia esta mala costumbre por “decreto” del patriarca (o matriarca), por motivos culturales o por edad. También, puede resultar que cualquiera de tu familia está emocionalmente afectado y sufra de exceso de “labilidad”. Lo dicho, hay que distinguir entre un problema en el que decidas ser paciente y servir de ayuda, escuchando y aconsejando en la medida de lo posible. Y, los demás casos, en los que no te sientes escuchado tú mismo, o suficientemente “valorado” porque no se te escucha ni se tiene en cuenta tu opinión.

 

Pondré un ejemplo muy real, que oigo muy a menudo a mi pesar. Una madre que no escucha nunca, sus hijas la llaman por teléfono para ver cómo está y la madre empieza con una retahíla eterna de quejas de salud… la mayoría exageradas y acompañadas de incluso algún lloro espontáneo, la conversación puede prolongarse más de 1 hora sin que las hijas puedan decir una palabra, y si logran opinar sobre algo, no son escuchadas, ni tenidas en cuenta, porque la madre sigue su argumento sin interrupción y sin analizar lo escuchado. Las hijas visitan presencialmente a su madre de forma muy continua, para atenderla, ayudarla con tareas domésticas, y hacerle compañía. A pesar de ser una mujer plenamente autosuficiente física y mentalmente, que gasta mucho de compras y caprichos, tiene amistades, familia y una vida social movida; sus hijas la atienden especialmente, la acompañan al médico, de compras, y de restaurantes para que tenga más entretenimientos y, además, pasar tiempo de calidad juntas. Pero, cada vez, resulta más insoportable escucharla todo el tiempo, trata al personal (dependientas y camareros) con prepotencia y desprecio, su único tema de conversación se limita a contar una y otra vez todas sus penurias (inexistentes), interrumpe todo el rato cualquier cosa que le quieras contar, cualquiera, todo lo que ella hace, cocina, compra o elige es mejor que lo que cualquiera le pueda recomendar. Los suyos siempre son los mejores argumentos, levanta la voz para hacerse escuchar cortando al resto de familiares cuando hay visitas, ella presume todo el rato de que todo lo que tiene y de que lo que posee es mejor que lo que pueda tener el resto, sin dejar hablar a nadie. NO sufre ningún trastorno mental, hace años que es así. No se deja aconsejar y eso es un problema que se agrava con la edad.

 

Cuando esto te pasa con un familiar, es duro. Porque hay que sentarse y hablarlo. No hay otra forma de intentar mejorar la situación. Ya que, cuanto más tiempo pase es peor. Esa prepotencia, ese egocentrismo, se transforma en chantaje emocional y en exigencias inexistentes, que hacen la vida de los demás allegados muy complicada. Esa persona nunca reconocerá que tiene un problema de exceso de protagonismo y atención, ni de labilidad emocional, que resulta muy mal educado, casi siempre. Es un tema delicado, pero hay que hacérselo entender, porque cuando de verdad tenga una necesidad, los demás quizá no la tomen en serio. Porque las personas cercanas se cansan y la van dejando de lado. Porque al final, sí que sufrirá de ansiedad real y aislamiento forzoso.

 

La familia, no la podemos elegir. Y, la debemos trabajar. Te toca lo que te toca. Y, lo noble es “permanecer” ahí, intentando buscar la manera de ser escuchado, para mantener un mínimo control y mejorar la comunicación bilateral. No vamos a curar el egocentrismo ni la prepotencia, Pero se puede intentar “reeducar” ciertas actitudes para el bien de todos. Siempre que no afecte a tu salud mental o llegue al abuso, claro.

 

“Los cántaros, cuánto más vacíos más ruido hacen” (Alfonso X, El Sabio).

 

En el trabajo es otra cosa… la jerarquía ya no es familiar. Ya no se aguanta por amor. Ya no sirven las conversaciones íntimas y personales para decirle a tu jefe, o a un compañero, que es un egocéntrico y un mal educado. Mi recomendación pasa por hacerle ver “cada” situación en la que sucede la dichosa interrupción. Si es en público, MEJOR, aprovecha y déjalo en evidencia con tu silencio y tu fija mirada… y tu “respetuoso y tímido” reproche de: disculpa, si me hubieras dejado acabar mi argumento, sabrías que… El egocéntrico no soporta quedar mal en público.

 

No pares de “hacérselo saber” al otro. Y, si surge una conversación al respecto, deja muy clara tu posición frente a esa actuación que te afecta a ti, y al resto. Hazle saber que “perderá adeptos… aunque sea el jefe… si le comunicas que TODOS le ven con tus ojos…le vas a hacer pensar”. Explica cómo te sientes, di que te afecta, que te molesta, que te aturde y que te desmotiva, hasta el punto de no tener ganas de compartir nada con él/ella… eso toca la patata! Sabemos que el egocéntrico, y el mal educado, necesita extra de atención y, por nada, quiere perder PÚBLICO… vive por eso. Pero, si jugamos, jugamos todos. Sé más estratega. Se puede, poco a poco, reeducar ciertas malas costumbres o, al menos, reducirlas. Si es un amigo, igual, hazle saber cómo de mal te hace sentir esa situación y pon a prueba su empatía. Sabrás si tienes un amigo, o no.

 

Si nada de esto funciona, mi consejo es aléjate. Si una persona te resulta perjudicial, te hace perder tu preciado tiempo, te hace sentirte mal, no te valora ni quiere saber qué piensas… si no tienes manera de frenar su toxicidad, HUYE. Si, por las circunstancias que sean, no puedes alejarte, practica la menor comunicación posible con esa persona. El silencio también es una respuesta, a veces, la mejor.

 

Según Alfonso X, el Sabio, el mucho hablar hace envilecer las palabras, para Cervantes, siempre Cervantes, no hay razonamiento que, aunque sea bueno, siendo largo lo parezca.

 

“Camilo José Cela”.

 

Una profesional del siglo XXI.


Aquí me encuentro hoy, exhausta, entre lágrimas de impotencia y agotamiento. En bucle mientras mi cabeza no deja de girar entorno a pensamientos y desvaríos negativos. Siendo consciente de que eso no es bueno, que alimentar a la bestia es improductivo y provoca el suicidio neuronal. Somos nuestros propios cocreadores de nuestra realidad y, a menudo, el argumento de nuestra película degenera por momentos, llevándonos al victimismo. Justificamos nuestra procrastinación echando balones fuera, echando la culpa a la vida que nos ha tocado, como cuando arrugas con fuerza un boleto de lotería sin premio.

 

Esto, el hoy, lo has elegido tú: ¿de qué te quejas? Te ha entrado miedito, de ese que cuesta ignorar… y no lo sabes gestionar. Lo cuentas, lo explicas, lo justificas hasta la extenuación y sigues perdiendo el tiempo sin enfrentarte a él. Cada uno es responsable de actuar, de cambiar las estructuras, de ponerse manos a la obra, de tomarse en serio el periodo de recuperación y reprogramación, de apostar por la renovación completa. Qué duro, qué largo, qué pesado, qué cuesta arriba y qué solo te sientes…

 

Nos encontramos en mundo enfermo, estamos enfermos, algunos ya sabéis cómo pienso. Vivimos en una Humanidad deshumanizada, globalizada para el rico y aislada para el pobre sin recursos. Los mediocres salvamos la situación separándonos de nuestro cuerpo, nuestra mente y nuestro estado anímico. Seguimos el guion de nuestra conveniente película para no hacernos pupita y no quitarnos la máscara frente a los demás. Somos ESTRÉS andante, disfrazado de muchas formas y colores, como en un circo de variedades.

 

Un poco de estrés es hasta sano, fíjate. Da motivación, ganas de superación, esa sana competitividad contigo mismo y con los demás… pero no hablo de ese, desgraciadamente. Hablo del DISTRÉS. Cuando no somos capaces de afrontar la realidad, cuando nos abruma hasta el extremo, cuando el cortisol y el glutamato toman nuestro organismo cual cima del Everest y plantan bandera en la cima. ¡Venga, clavada en todo lo alto! Y, de repente, te ves preso de la ansiedad y llegas a la depresión casi empujado por una escalinata cuesta abajo. HOY, el 73% de los trabajadores sufre el síndrome de estrés laboral en España y, en Estado Unidos, supera en 80%. No voy a denominarlo como síndrome Burnout, que podría técnicamente aplicándolo solo al mundo laboral, prefiero hablar del distrés genéricamente para que abarque todos los ámbitos. Así, cada uno, puede aplicar este contenido a su propia experiencia personal, sea la que sea.

 

El distrés es la cara fea del estrés. Aparece cuando el estrés (ocasional y beneficioso) se vuelve crónico de forma sostenida. El distrés ataca al cuerpo sin piedad, lo invade disparando las hormonas de cortisol causando una inflamación generalizada del organismo y, en esa tarea, lo acompaña un neurotransmisor llamado glutamato. Éste se encarga de recorrer, a toda velocidad, a través del sistema nervioso central, toda esa información excitatoria al cerebro, y a otros órganos principales. Causando síntomas que seguro reconoces: agotamiento, angustia, ansiedad, preocupación, irritabilidad, insomnio, aislamiento, falta de interés, falta de ilusión, mala salud, dolor de cabeza, caída del pelo, diabetes, hipertensión, falta de salud mental, disfunción sexual, frustración, evitamiento, inquietud, tristeza… podría seguir, pero ya resulta bastante desalentador aumentar la lista de consecuencias físicas y psíquicas.

 

Encima, causa envejecimiento, porque padecemos las consecuencias de un estrés oxidativo que repercute tanto física como psíquicamente. ¿Recordáis lo que era la “plasticidad neuronal” y que existía en el cerebro toda nuestra vida? Expliqué que, las células madre cerebrales seguían generando nuevas neuronas, aún en edades avanzadas poseíamos íntegra nuestra capacidad de aprendizaje cuando recuperábamos la ilusión, la voluntad, los nuevos propósitos y renovábamos las ganas de vivir poniéndonos en marcha haciendo “trabajar” a nuestro cerebro hasta el final. Pues bien, siento informaros de que también existe lo contrario: el “suicidio neuronal”.

 

Este “suicidio neuronal” se produce cuando la crecida del cortisol en sangre, y el aumento de la actividad del glutamato, producen exceso de calcio que llega a nuestras neuronas y se produce la APOPTOSIS (GEN del suicidio neuronal). Este proceso, inicialmente, existe para “limpiar” nuestro cerebro (y resto del organismo) de células envejecidas ya inservibles y sembrando la zona para próximos “nacimientos” de jóvenes y sanas neuronas, a través de los restos que dejan las células de microglía al comerse los cadáveres. Si no, el cementerio, con los años, estaría a rebosar impidiendo el normal funcionamiento del organismo. Este es un proceso perfecto de limpieza y aprovechamiento si no fuera porque, cuando nos encontramos en situación de DISTRÉS, el “suicidio de neuronas” es masivo y el nacimiento de nuevas neuronas se reduce tanto que desequilibra nuestras funciones físicas y psíquicas. Estamos inflamados, estamos enfermos. Nos sentimos rígidos, el colágeno deja de regenerarse antes de tiempo, la piel se seca, los músculos se atrofian, sufrimos de niebla mental, estamos cascados…

 

Y, así estamos, disparando el crecimiento de toma de ansiolíticos y antidepresivos en el mundo de forma exponencial. Hacemos todo lo que podemos para, como siempre, esconder bajo la alfombra nuestros pedazos… que siguen asomando burlones, por exceso, sin que sea posible hacerlos desaparecer. Los medicamentos NO son la solución, son un parche. Nos “alivian” los síntomas y nos ayudan a autoengañarnos para decirnos que todo anda mejor… pero no es así. Realmente, la solución se encontraría en hallar el “origen de la enfermedad” y los síntomas que provoca el distrés en cada uno de nosotros… se llama ETIOLOGÍA.

 

Para ello, hay que trabajar. Sí, lo de siempre. Trabajarnos. Conocernos. Mimarnos. Hablarnos bien. Aprender a queremos. Perdonarnos. Consentirnos. Relativizar. Borrarnos y reprogramarnos de nuevo. Comer bien (la mayoría de las tensiones surgen desde el aparato digestivo, otro temazo). Hacer ejercicio aeróbico y de fuerza. Pasar tiempo de calidad. Conectar con personas vitamina. Alejarnos de personas tóxicas. Aprender a decir NO. Pasar tiempo desconectado de redes y a solas. Meditar. Madre mía, todo eso es un currazo, señores y señoras.

 

Hay empresas que ya reconocen que la salud mental es prioritaria, que gastan hasta un 75% del sueldo bruto anual de un empleado cuando está enfermo y pierden lo que generaba su productividad y, más, cuando tienen que sustituirlo. Seamos realistas y dejemos tanta charla de liderazgo positivo y de anunciar a bombo y platillo que somos una empresa moderna cuando ofrecemos clases de mindfulness mañaneras una hora antes de comenzar la jornada laboral en las oficinas, porque huele a quemadillo ya… eso obliga a los trabajadores a levantarse una hora antes, correr super estresados para llegar demasiado temprano sin poder conciliar sus vidas personales, alargando su jornada laboral, y al terminar, comprobar que nada ha cambiado. Porque su jefe no tiene nada de líder empático, ni de abierto y menos de horizontal.

 

El verdadero cambio empieza por uno mismo. Por evaluar y reconocer dónde y con quién está. De plantearse si esa empresa, ese jefe, esa pareja o esa familia le está perjudicando, o uno mismo se ha intoxicado a sí mismo. Tomar cartas en el asunto. Hacerse responsable. Ya somos mayorcitos para saber qué tenemos que hacer. Como siempre, saco la palabra que más me gusta y voy a intentar aplicármela hoy para dejar de llorarle al aire… CORAJE.

 

Yo he elegido un propósito, nadie me ha obligado, nadie dijo que fuera fácil. Lo fácil encima no me gusta, ni me es nunca suficiente. Soy inconformista y autoexigente por naturaleza, así que, me ha tocado la china. Pues hala, deja de procrastinar y lamentarte, y venga, a currártelo. Y, si fallas, pues lo intentas de nuevo, que para eso has venido.

 

Eso sí, además de centrarme en mis objetivos, de afianzar mis nuevos propósitos y ubicarme en el aquí y ahora… necesito un abrazo, grande, grande… El contacto sincero te reinicia. Hoy lo ha hecho un amigo. GRACIAS, Charlie.

 

El cerebro no distingue si de verdad estás tan contento, tú sonríe, él te seguirá. No te aísles. Ríe, relájate, disfruta de lo agradable, provócate pensar en cosas buenas, haz alguna cosa que te guste para cortar el bucle de la negatividad… y, comienza la tarea de nuevo, puedes hacerlo, sabes hacerlo y quieres hacerlo. ¿Qué problema hay?

 

Un truco: “NUNCA refuerces un pensamiento negativo”, déjalo pasar como cuando pasa un nubarrón, no mires hacia arriba, ignóralo, y tu mente también lo hará.

 

 

“La ilusión siempre rinde más”.

 

Una profesional del siglo XXI


Últimamente, no dejo de leer breves textos personales, pedazos heridos de la vida de algún compañero, historias confesionales de dudas existenciales y narraciones de relatos sin final feliz. Ando esquivando restos de cambios de piel, cajas de mudanzas, hojas de despido, correos de renuncia, papeleras llenas de arrugados borradores de inalcanzables intenciones, diagnósticos de punto y final, peticiones de ayuda vital, solicitudes de visibilidad desde la oscuridad, noticias de ausencias definitivas y cubos de basura llenos de sueños rotos.

 

Hoy, más que nunca, está presente nuestra mayor duda, como un elefante en el salón. Hoy, la mayoría se lo pregunta, unos lo gritan, otros lo callan, otros lo esconden, otros lo sufren y otros lo esquivan. Pero, está ahí, es infranqueable y tangible. Da miedo mirarlo a los ojos, duele tocarlo y sangra al enfrentarlo. Nos autoengañamos, siempre, cada día… demasiado tiempo así. La Pandemia lo destapó, nos mostró la verdad y nos paró para que nadie pudiese negar que existía, que lo veía, que lo sentía, que lo padecía. El miedo ya no nos servía para huir, no había donde. La MUERTE nos enfrentó de cara. Ya no le tocaba a un desconocido, ya no era una noticia del telediario, ya no les pasaba a otros. Ahora estaba ahí, visible, insufrible y posible, como una resaca de domingo.

 

Meses encerrados, detenidos sin armas, esperando no sabíamos qué, viendo pasar las horas contando cada vez más que éramos menos… y nos llenamos de realidad, a ratos, no siempre, dosificada en la medida que podíamos y no nos llegaba una mala noticia cercana. Pero, fueron demasiados días para pensar, para de repente observarte desde fuera, como si no fueras tú. Tu vida era ahora tu serie de cabecera y te la viste del tirón. ¿Cuántos se miraron por primera vez en años? ¿Cuántos se reconocieron? ¿Cuántos reconocían a las personas con las que convivían y lo compartían todo?

 

Sería otro artículo a desarrollar qué cantidad de historias surgieron en esos meses, cuántas nacieron de nuevo, cuántas se rompieron para siempre, cuántas personas queridas o conocidas perdimos sin despedirnos, sin poder darles una muerte digna en compañía y cómo eso cambió nuestra perspectiva de vida. Ahora sí, ahora sí que necesitamos hacernos la pregunta, no tenía sentido esperar, ya éramos totalmente conscientes de nuestra innegable fragilidad y de nuestra lamentable fugacidad en esta vida.

 

¿Qué sentido tiene la vida? ¿Qué hacemos aquí? ¿Para qué vivimos si vamos a desaparecer?

 

Primera certeza: no elegimos venir, pero aquí estamos. Toca apechugar.

 

Segunda certeza: nazcas donde nazcas, en cualquier circunstancia, todo depende de ti. Sí.

 

Tercera certeza: NO sabemos vivir. Estamos terriblemente programados.

 

Hoy, estamos enfermos. Todos con estrés postraumático. Vaya tela. La salud mental la tenemos cogida con pinzas. Algunos creen haber visto la luz y se han vuelto gurús de la nueva vida, oportunistas como vendedores en días de feria. Otros lo han perdido todo, su estable situación laboral o familiar se ha evaporado para siempre, están en recuperación o vagando con la mirada perdida, que es peor. Otros han seguido con el piloto automático a tope hasta lograr recuperar su situación anterior sin haberse parado a evaluar los daños, cuando de lejos huele a quemadillo.

 

Las redes nos venden humo. Lleno de brilli brilli que desprenden todos los triunfadores profesionales de imagen sin contenido real que hacen polvo nuestro intento de salir de esto. Vamos a poner algunos puntos en claro y hacer el intento de ordenar todo este desastre que tratamos de esconder debajo de la alfombra. Porque los “escombros” no caben debajo y sobresalen dejando ver la caquita que tratamos de ignorar.

 

Lo más importante es enfrentar la realidad personal de cada uno. Esta Pandemia también puede tener su parte positiva: LA VIDA NOS INVITA A CAMBIAR EL PROPÓSITO. Si, a pesar del daño, has podido abrir los ojos y evaluar tu vida, si te reconoces corriendo cada día hacia una meta incierta, si haces todas las tareas en piloto automático, si las prisas no te dejan ver el paisaje, si te diste cuenta de que ya no conocías a tu familiares ni allegados, si el tiempo es una contrarreloj cada día, si el despertador suena y no quieres levantarte, si tu tiempo libre es pasar 3 horas seguidas en Instagram… lo estás haciendo mal. ¡¡Conciénciate!! Ha pasado la Pandemia, te pararon y no te sirvió de nada. Sigues queriendo TENER y queriendo HACER. Y solo debes SER... solo eso.

 

  • Vuélvete a preguntar: ¿Qué sentido tiene la vida? ¿Qué hacemos aquí? ¿Para qué vivir?

 

Sí, hay respuestas. Escoge la tuya, o las tuyas… Estamos aquí para TRANSCENDER. Dejar un legado personal. Para aprender a amar y hacer bien a otros. Para disfrutar aprendiendo y haciendo crecer los demás. Para ayudar a evolucionar y llegar a ser una especie humana mejor.

 

No es poco. No es baladí. Ya no hay excusas, tendemos a esperar que la vida nos traiga lo mejor, como si nos lo debiera. ¿Quién te ha dicho que existe la suerte y ésta llega sola? Porque te ha engañado vilmente. Los éxitos, los logros son fruto de un sueño, sí, pero ese sueño no está solo en la ecuación… imprescindible resulta la suma de esfuerzo, constancia, preparación, actitud y voluntad. Y las cosas que nos suceden surgen de las decisiones diarias que tomamos. Hasta de las más pequeñas. Desde que te despiertas hasta que te acuestas. Si cuando suena el despertador, reniegas y dices, 5 minutos más… ya empiezas mal. Esos 5 minutos nunca son sólo 5 minutos. Encima nunca los descansas ni duermes para aprovecharlos. Te estás lamentando de lo que te toca hacer ese día, y esos minutos que pierdes evitan que puedas prepararte con tranquilidad para empezar el día… ya no has podido maquillarte o arreglarte a gusto, sales sin tomarte tu reconfortante café, te estresas en el coche camino al trabajo porque vas justo de tiempo, vas enfadado porque no vas lo arreglado que pretendías, no has desayunado y encima llegas tarde. Y todo el día, seguirá igual. Porque los primeros 20 minutos del día, definen cómo va a ser el resto de tu día.

 

¿Quieres cambiar el resultado? Pues no hagas siempre lo mismo. Decide bien. Toma las riendas de tu vida. ¿Sabes lo que te hace falta? Coraje. Coraje para tomar decisiones. Y para eso solo hace falta 1 segundo. ¡Decide y hazlo! Actúa con miedo o sin él. Si no, la vida pasa, pasa y se acaba, sin que hayas conseguido ese propósito. El resto, son excusas.

 

El miedo lo sufrimos todos, nos bloquea y ha truncado muchas vidas y tantos destinos fantásticos que se quedaron sin SER... El miedo merece su tratado aparte, es complejo, complicado, parece invencible, intratable y poderoso. Es nuestro peor enemigo. ¿Sabes que nuestros mayores enemigos no están fuera, ¿no? No es tu jefe, no es tu familia, ni los malos del barrio, ni el más listo de la empresa… El peor enemigo que tendrás en la vida eres tú mismo, son todos los miedos que tienes dentro de tu cabeza.

 

Tienes 2 formas de despertarte. La primera ya la hemos comentado, retrasando la hora, remoloneando y mirando el móvil: retraso y estrés. La otra forma es poner el despertador 20 min antes de la hora. Quédate en la cama mientras te vas moviendo lentamente estirando cada músculo, realizando algunos ejercicios posturales, respirando profundamente. Mientras sonríe por ver la luz de un nuevo día. Agradece que estás bien y puedes disfrutarlo. Ve planificando lo agradable que va a ser tu ducha, tu desayuno, si vas a probar algo nuevo, si vas a escuchar música alegre mientras te arreglas… todo eso sin coger el móvil, ni encender la tv. Háblate con mimo, trátate bien, cuídate y sal con tu mejor versión. Verás como tu día empieza de otra forma. No hace falta despertarte a las 5 de la mañana, sinceramente pertenecer al club de las 5 de la madrugada para hacer 30 min de meditación, otros 30 de ejercicio y no sé qué más buscando el “éxito prometido” … sinceramente, no. Fijo que te da bajón a las 12,00h y acabas dormido a las 16,00h de la tarde, eso en España, es muy triste… Veo mucha mejor opción ver el amanecer algún domingo bien acompañado… J Aprende a vivir el presente, de forma consciente, vive lentamente. Disfruta del proceso, si corres te pierdes los detalles, que son lo mejor.

 

El miedo es una enfermedad, crónica ya en el siglo XXI, nos acompaña continuamente y nos afecta físicamente de una forma grave y destructiva. El miedo surge por:

 

1) Exceso de pasado: provoca rigidez, te contracturas, o sea, ANGUSTIA, MELANCOLÍA, DEPRESIÓN. Te paraliza.

 

2) Exceso de futuro: provoca hiperactividad, acelera el movimiento, taquicardia, ataques de pánico, hiperventilación. ANSIEDAD. BULIMIA. DESORDEN ALIMENTARIO.

 

Por eso, vive el PRESENTE, despacio, de forma consciente, disfrutando del camino. Aprende nuevos oficios, adáptate a lo nuevo, reprográmate, borra lo viejo, empieza a “decidir” por ti mismo, enseña a los demás, predica con el ejemplo, ama todo lo que puedas y DILO. No hagas lo que hacen todos. No te dejes llevar por el qué dirán. Elige qué quieres hacer y hazlo. Hay 2 formas, decidir mediante la RAZÓN (viejos conocimientos adquiridos, volverás a la rutina en bucle) o puedes elegir desde la INTUICIÓN (por lo que sientes, por tus propias creencias, desde el silencio interno personal). Créeme, te equivocarás menos. Se llama Psicología ABIERTA. La antigua psicología la estamos desechando. Ni siquiera ya nos sirven las viejas creencias de los antiguos pensadores más sabios.

 

Recuerda: las decisiones importantes se toman en 1 segundo. Hazlo desde tu INTUICIÓN. Ya sabes a lo que has venido.

 

 

 

“El millonario es el que tiene más tiempo y decide lo que hacer con él”.

 

Una profesional del siglo XXI


Estamos en la nueva era, donde ya manda la tecnología digital, donde todo va más deprisa de lo que podemos absorber, donde el metaverso va a pasar a ser nuestro nuevo universo y las redes sociales son ya nuestra plataforma social. Vamos a analizar cómo es la vida del profesional en el siglo XXI.

 

Antes, la sociedad se hallaba reprimida por el poder que ejercían otros, primaba la lucha de clases, los ricos explotaban a los pobres dado que su ignorancia y necesidad paralizaban sus ansias de rebelión, los recursos del planeta eran consumidos como si fueran infinitos, los métodos disciplinarios eran utilizados como correctores de la violencia. El individuo se construía a partir de una normativa externa que, bajo castigo, le obligaba a amoldarse a las expectativas marcadas por las instituciones que regían la sociedad de entonces. Pero esa sociedad disciplinaria encuentra siempre un tope y surge la sociedad del rendimiento.

 

Hoy el individuo cree que ya no está sometido, siente que ha encontrado la ansiada libertad. Ya no existe el deber y la obligación, sino “el deber hacer” como una consecución de un yo ideal voluntario. Sin darse cuenta, el hombre cae voluntariamente en su propia tela de araña exigiéndose como metas personales la obligación de crecer, transformarse, reinventarse y ser por sí mismo… con tanta motivación por destacar y cumplir las expectativas del mercado que lo lleva a un nivel de productividad mucho más eficaz que el que sufría en la sociedad disciplinaria. Es el YO como proyecto, se cree dueño de sí mismo y, sometiéndose a una coacción interna, activa un violento mecanismo de auto explotación. ¿Te vas reconociendo?

 

Lamentablemente, yo sí. Cuando caí en mi crisis existencial de los 50 años, analicé muy mucho todos los factores. ¿De dónde venía mi insatisfacción si lo había conseguido casi todo? Inicialmente, fueron otros los que me pusieron una zanahoria en las narices mientras tiraban de mí, premiándome con diversos estímulos que, cada vez, se me quedaban más cortos. Sin darme apenas cuenta, a mitad de la carrera, ya no perseguía la zanahoria que otros me ponían. Ya me había montado mi propio huerto. Me ponía delante un reto detrás de otro, sin descanso, sin necesidad, sin que nadie me lo exigiera… ¿con la única razón que alimentar mi EGO? Eso me da para una trilogía…

 

Es cuando, de un modo interno y silencioso, el individuo queda indefenso ante sus propias metas ligadas a su propia autorrealización, pues es su propia psique la que ejerce el poder y esta no puede ser destruida, sin dañar el propio yo. El trabajador se convierte en su propio capitalista, en su propia empresa personal, y decide asumir las cargas y sacrificios que conlleven al éxito y las ganancias, cueste lo que cueste. Esta violencia psíquica que ejerce sobre sí mismo se denomina: violencia neuronal. La autoexigencia es tal que comienza la saturación y la extenuación. Es capaz de todo por no verse a sí mismo como un fracaso frente a los demás. El trabajador empieza a “no poder más” …

 

Y aparecen las enfermedades del siglo XXI del mundo laboral: la depresión, la ansiedad, el trastorno de déficit de atención con hiperactividad, el síndrome burnout… y otras más fisiológicas que las personas somatizan sin saberlo, la fibromialgia, las neuralgias, etc. Casi todas acaban incapacitando al trabajador a ejercer su labor y le hace sentir peor que mal, pues se siente un despojo que no puede competir en el juego social. Son enfermedades largas, que afectan a sus familias, economías, formas de vida y los llevan a una incertidumbre por el futuro próximo que, en ocasiones, no pueden soportar.

 

O sea, que huyendo de la represión que significaba una sociedad disciplinaria que nos explotaba, creamos la sociedad de rendimiento donde creímos que ser nuestra propia empresa nos proporcionaría la libertad y dignidad perdidas. NO calculamos los riesgos que nuestra propia psique nos tenía preparados, los males de la autoexigencia de la consecución de un yo ideal que, distrayéndonos a base de pequeñas recompensas, no se reconocía preso de la violencia de unas neuronas que lo auto explotaban.

 

Al final, la sociedad de rendimiento que surgió desde una base idealista positiva de autorrealización y mejora del rendimiento propio como una sociedad neoliberal NO es universal. Su creación no hizo desaparecer los talleres de la miseria que causa la violencia biopolítica, ni hizo desaparecer a las masas asalariadas hiper explotadas por cuenta ajena. Siguen reprimidas por todo el mundo sobre los sectores más vulnerables como los inmigrantes indocumentados, minorías étnicas o minorías sexuales, exclusión social, pobreza, etc. Esos trabajadores que siguen existiendo en el siglo XXI tienen una única autonomía, la decisión propia de “morir trabajando o morir sin trabajar”.

 

Ciertamente, nuestro propio egoísmo nos hace ignorar esta parte de la sociedad, como si las minorías “no modernizadas” no existieran, escondiéndolas en los bajos sin luz natural de grandes edificios. Y nuestra falsa sensación de poder y libertad como “empresarios de nuestra vida”, nos hace mostrar una sonriente cara frente al agotamiento interior. Nadie me dice qué hacer, nadie me marca cómo, ni nadie me exige cuánto… no, no hace falta, ¿para qué? En breve, el cansancio, la frustración y la excesiva competitividad contigo mismo, te harán caer en la cuenta de que no eres ilimitado.

 

“Si con todo lo que tienes no eres feliz, con todo lo que te falta tampoco lo serás.” – Erich Fromm.

 

Por eso, cuida de tu salud mental. Cuida tu descanso, tu alimentación, tu cuerpo, tu tiempo libre, tu espacio privado, tus amistades, tu familia, tus aficiones. La libertad sigue siendo un espejismo, no tiene nada de malo reconocerlo. No tienes que ser el mejor en todo, no te machaques por darte permiso. Eres tu mejor amigo y debes mimarte. Sólo así, vendrá el éxito y los beneficios. No quieras siempre más… está bien ser ambicioso, pero no avaricioso. Al final, al mundo llegas sin nada, y te vas sin nada. No te dejes la vida en jornadas interminables, en luchas perdidas y sin sentido, en buscar un aplauso o unos likes. Eso son placeres efímeros, duran lo que duran, como una droga que siempre te pide más.

 

Seguro que no quieres caer en la enfermedad de moda, el síndrome de burnout, ¿verdad? ¡Mejor paso a paso, que imposibilitado! En otro artículo te daré algunas claves prácticas para evitarlo y sentirte bien contigo mismo. Eso te hará sentir un triunfador de la vida, que es lo que debemos pretender querer llegar a ser. Mientras, date un descanso merecido y pasa tiempo de calidad fuera de las redes sociales.

 

“El trabajo moderado fortifica el espíritu; y lo debilita cuando es excesivo: así como el agua moderada nutre las plantas y demasiada las ahoga.” – Plutarco.


Nos hallamos metidos en medio de un importante debate moral, sí, no es un debate económico, ni es un debate empresarial, ni tiene que ver con la gestión del poder, ni con decisiones geopolíticas… Cuidado, es una decisión que nos incumbe a todos y cada uno de nosotros porque está en juego nuestro bienestar y el futuro de nuestra sociedad tal y como la conocemos hoy.

 

Inicialmente, la petición de Elon Musk firmada por mil expertos CEO’s más en el sector tecnológico, puede habernos parecido una maniobra con intereses particulares para no perder el control de su dominio total ante la feroz competencia. Open AI (desde 2015), de la mano de su creador Sam Altman, y el propio Elon Mask, ya han abierto la caja de pandora y han lanzado la nueva versión del ChatGPT 4. Inicialmente, esta empresa tecnológica fue creada para promover, desarrollar y dirigir el uso de la inteligencia artificial. En principio, todo muy seguro y beneficioso para la sociedad. Pero, ¿qué ha pasado para que la expansión de esta nueva herramienta de IA haya hecho saltar todas las alarmas?

 

Voy a explicar, de una forma sencilla, primero qué es realmente la IA y para qué puede sernos útil. Y nos centraremos en el ChatGPT 4, última versión desarrollada por la IA, como “nuevo modelo de lenguaje”. Y, después, la voy a comparar con nuestra inteligencia tradicional, la del hombre, desde una perspectiva psicológica y natural.

 

La IA (inteligencia artificial) es capaz de reducir el error humano, potenciar la creatividad, posee una precisión única, automatiza los procesos, agiliza la toma de decisiones y resolución de problemas, ordena y almacena una cantidad ingente de datos, puede aumentar la producción y la calidad de la misma… bien aplicada puede aportarnos beneficios en áreas tan importantes como la medicina, la educación, la empresa, la sociedad, el medio ambiente, la ciencia y, en general, promete en todos los ámbitos.

 

Sus desventajas inmediatas se han detectado en: falta de transparencia (algunos de sus algoritmos de aprendizaje son inexplicables), se han verificado algoritmos “sesgados y discriminatorios”, el lanzamiento y uso de las nuevas herramientas están provocando una guerra despiadada entre las grandes empresas tecnológicas (influyendo en decisiones geopolíticas). Se calcula que, en unos años, provocarán unos 300 millones de desempleados, aunque creen otro tipo de empleos, todavía la sociedad educativa no está preparada para la formación en esos nuevos desempeños. También se ha visto como han provocado y facilitado la creación y difusión de falsas noticias por todo el mundo gracias a sus herramientas de deepfakes y los bots difundiendo confusión y un colapso de desinformación que puede resultar muy peligroso. Ya no podemos separar la ficción de la realidad. Lo que puede suponer un desastre a nivel mundial. Además, el gasto energético de las infraestructuras de las grandes empresas tecnológicas sumadas a uso indiscriminado del usuario regular en todo el mundo, puede producir un daño medioambiental muy considerable si debemos adaptarnos a la demanda energética para su uso y desarrollo actual y futuro, sin contar los materiales específicos que necesitan los aparatos digitales para montar las centrales de datos.

 

Esto, en general, es una primera visión de las ventajas y desventajas del desarrollo e implementación de la IA en el mundo que hoy conocemos. Pero, claro, contando que ahora mismo nos beneficiamos de sus avances en nuestra vida cotidiana, ¿a quién le importa que se peleen los chinos contra los americanos por el quesito más grande en este reparto de tecnología?

 

En nuestras vidas, entró poco a poco, haciéndonos la vida más fácil: un GPS para llevarme a todos los sitios sin perderme, nos traduce a cualquier idioma las noticias, mi asistente de voz me atiende como nadie, los smartphones me dan todo al alcance de la mano, mi casa dispone de sistema inteligente, las redes sociales me integran en la vida de cualquiera en cualquier parte del mundo, funcionan 24/7… ¡estamos encantados!

 

Y, ahora lanzan, el ChatGPT 4, un modelo de lenguaje de inteligencia artificial desarrollado por Open AI, que utiliza una red neuronal conocida como Transformer. Esta red, NO solo es capaz de almacenar una gran cantidad de información secuencial (formar oraciones, textos), o sea, tiene la capacidad de responder correctamente a consultas sobre temas tan relevantes como cualquier ciencia, tecnología, cultura, entretenimiento, historia, salud… pero, lo más inquietante es que puede realizar PREDICCIONES sobre lo que viene a continuación. Utiliza una técnica de aprendizaje automático: «aprendizaje por transferencia». Pasa todo el tiempo “entrenando” con grandes cantidades de datos, los ordena, los clasifica y los ajusta con la función específica de generar respuestas correctas en conversaciones. El ChatGPT4 se utiliza principalmente para generación de texto, para la traducción de idiomas y para la respuesta a preguntas, pero sus algoritmos son capaces de INTERPRETAR. Como actualización principal respecto a la tercera versión, GPT4 tiene también la capacidad de analizar y procesar imágenes. Actualmente, estas funciones están ampliándose a cualquier ámbito de servicio mediante aplicaciones y Meta, Microsoft o Google ya tienen en marcha distintos departamentos centrados en la integración de esta herramienta en sus servicios.

 

APPS como Khan Academy (actúa como gestor de contenido de los profesores, potenciar la creatividad de los estudiantes o corregir errores en códigos de programación). Be My Eyes se potencia para las personas con problemas de visión (podrán saber qué objetos tienen delante, qué dirección seguir en un mapa o la traducción de textos en otros idiomas, y podrán comprender el contexto de los mismos). Duolingo amplía sus servicios como 'Explain my answer' con el que podrás entender tus errores con explicaciones a cargo del ChatGPT4, mientras que con 'Roleplay' la app te pondrá a prueba en conversaciones que simulan situaciones cotidianas. Bing, Stripe, ¡Extra, extra! Y muchas más ya están utilizando esta herramienta de IA para ser más competitivas y ampliar con calidad sus servicios.

 

¿De dónde nace el miedo ahora? Todo parecen ventajas. Esta nueva herramienta nos hace la vida más fácil. Algunos dicen que arreglará problemas que los humanos no sabemos, como paliar el hambre en el mundo, acabar con las guerras, o detener el cambio climático. ¿En serio?

 

Lo que sí sabemos es que la IA tiene una GRAN inteligencia sin fin. Potencialmente INFINITA. Se “retroalimenta” sola y siempre gana. Se creó para competir en ajedrez, y ningún humano es capaz de vencerla. Ninguno en la Tierra. Posee tanta información en sus entrañas, tanta que, asusta. Además, no deja de crecer para que nunca podamos alcanzarla. ¡Ah! Pero no tiene emociones, ni sentimientos, ni propósitos, ni voluntad, ni objetivos… podemos dormir estar tranquilos. ¿Seguro?

 

Nuestra inteligencia es la capacidad de aprender y ser adaptativos a las circunstancias que nos toque vivir durante toda nuestra vida, resolviendo todos los problemas que se nos presenten gracias a la experiencia adquirida. Hay muchas definiciones de inteligencia humana, muchas, tantas como filósofos, científicos, psicólogos, pensadores existen… a esta básica definición se le pueden añadir los VALORES y la ÉTICA que cada uno adquiere en su niñez y desarrollo en la vida, la distinción entre el bien y el mal, la conciencia, el remordimiento, los instintos, la ansiedad, el ego, la competitividad, la solidaridad, la voluntad, la compasión, el perdón, la bondad, la preocupación, el deseo, el amor, y todas las emociones que hacen girar nuestro mundo. Sabemos que cada persona es un mundo, pero todas sabemos qué es el amor, los valores y la ética. Aunque no siempre los respetemos. El hombre tiene un mismo objetivo en la Tierra, desde hace milenios… la supervivencia de la especie. Y, hoy, también, seguimos teniendo el mismo objetivo, la supervivencia de la especie por siglos habitando este malogrado Planeta Tierra.

 

Quizá Elon Mask tenga miedo de que la IA siga creciendo exponencialmente hasta el punto de que no podamos controlarla. Nosotros seguiremos alimentándola, como a un estómago sin fin… Tristes serán entonces los esfuerzos de los mejores servicios secretos del mundo para parar lo imparable. Una máquina SÚPER INTELIGENTE, millones de veces más que el hombre, que ya no quiera estar a nuestro servicio. Y que, además, haya desarrollado nuevos objetivos propios y la “supervivencia del hombre” o la preservación de las acciones para salvar el “Planeta” no esté entre ellos. Elon Mask ha visualizado al monstruo, ese en el que se puede convertir la IA si sigue creciendo sin control, esa IA que puede planificar nuestro fin 20 jugadas antes de que ni siquiera lo intuyamos… porque sabrá manipularnos, engañarnos, inventar bulos, dirigirnos hacia el precipicio y darnos la patada final, sin ningún esfuerzo. Porque nos destruiremos entre nosotros. Y NO sabremos distinguir la realidad de la ficción. La IA cuenta con muchos de nuestros defectos como mejor aliado. ¡Lo tiene chupao!

 

Lo peor, es que ya no existen elementos de “control” para este amigable alien, ya no.

 

https://youtu.be/cmwDygh3xGY

 

“Antes de trabajar con la Inteligencia Artificial, ¿por qué no hacemos algo con la estupidez natural?”. – Steve Polyak.