Tu Opinión

Nunca me sentí tan vivo y fue por no hacer "nada"

 

En agosto de 2022, viví una de esas experiencias que te marcan y te acompañan de por vida, y fue realizar un retiro de meditación vipassana (en mi caso lo hice en el Centro de Vipassana Dhamma Sacca en Candeleda, Ávila). A pesar de que ya han pasado varios meses desde que lo realice, hoy en día sigo sacando aprendizajes de aquella vivencia, y viendo como he mejorado tanto en mi vida personal, como profesional gracias a cambiar mis hábitos y mi escala de valores.

 

Antes de entrar en materia y contaros como fue mi experiencia, quiero explicar qué es Vipassana para que se entienda luego todo mucho mejor. Vipassana es una técnica de meditación milenaria que se originó en la India (se dice que fue redescubierta por Siddharta Gautama el Buda) y se popularizó en el siglo XX gracias al maestro S.N. Goenka. Vipassana se traduce como “ver las cosas tal y como son”. Consiste en observar las sensaciones físicas del cuerpo sin valoraciones ni juicios, sin apegarte a las sensaciones placenteras ni rechazar las desagradables, observándolas desde una ecuanimidad y equilibrio. Se basa en el principio de que todo es impermanente y, por tanto, todas las sensaciones, tanto buenas como malas, pasan.

 

Ya sabiendo grosso modo que es Vipassana, el retiro fue 10 días. Ahora bien, “las reglas del juego” no solo consistía en meditar y ya está, sino que con el objetivo de crear el escenario perfecto para pasar el 100% de tu tiempo contigo mismo, debías de cumplir las siguientes reglas:

 

● 10 días sin móvil (y sin ningún otro tipo de distracción, como televisión, leer o escribir). Entregábamos los móviles o cualquier dispositivo nada más entrar al retiro, para evitar tentaciones.

 

● 10 horas al día meditando (meditación anapana y vipassana)

 

● 10 días sin hablar (no podíamos hablar entre los meditadores)

 

● Levantándome a las 4 de la mañana para empezar a meditar, comiendo comida vegetariana y la última ingesta del día era a las 17 de la tarde, dos piezas de fruta con alguna infusión.

 

● Cumplir con el “Śīla” (concepto budista que se refiere a lo que sería nuestra moralidad y ética) que nos habíamos comprometido durante esos 10 días para poder estar ahí. Eran los siguientes: no matar (por eso comíamos comida vegetariana), no robar, no mentir (esta era fácil al no poder hablar), no tomar ninguna droga (esto implicaba tabaco y alcohol) y no tener sexo o masturbarte.

 

En este contexto, aprendí multitud de lecciones que la vida me ha regalado. Por compartiros algunas, os dejo estos 10 aprendizajes (por hacerlo redondo) de mi experiencia:

 

● Nada ni nadie es tan importante, incluido tú mismo. Estuve 10 días desconectado del mundo y vuelves y ves que todo sigue igual, y lo que estaba pendiente para que hagas del trabajo, por ejemplo, podía esperar.

 

● Quién tiene un para qué, ya encontrará el cómo. Yo apenas había meditado en mi vida, y he de reconocer que me costó un montón, más de un día, pero era tan grande mi propósito de finalizar, pasase lo que pasase, que lo termine.

 

● Si he dicho que lo haría, lo haré, a diferencia de cómo me sienta. Si hubiera dependido de mí, no hubiera meditado ni un 25% de las horas que hice, pero tener una rutina y disciplina y ejecutarlo a diferencia de que estés cansado, es lo que hace tener éxito.

 

● Entenderlo no basta. Todo el mundo sabe lo que es bueno o es malo. Tú sabes que comerte 4 donuts no es bueno, a diferencia de que te los comas. Es necesario hacer "ejercicios mentales" como la meditación, para crear poco a poco ese "músculo mental" y controlar tus emociones.

 

● Sé compasivo contigo mismo. Somos muy duros con nosotros mismos por regla general y nos exigimos en exceso. La perfección no existe, somos fallones y debemos darnos cariño ya que estamos 24h con nosotros mismos hasta que nos muramos.

 

● No prejuzgues sin conocer. En el retiro era inevitable prejuzgar a tus compañeros ya que como no podías hablar con ellos, tu mente les creaba unas personalidades erróneas de cómo eran realmente. El ultimo día si podíamos hablar y era increíble las veces que se decía “no te imaginaba que fueras así”, y siempre era para bien.

 

● Todo el mundo quiere ser feliz. A diferencia de que lo sea. Todos los que estábamos allí, buscábamos el mismo objetivo, aunque pudiéramos ser muy distintos entre nosotros. Nadie quiere sufrir, parece obvio, pero entenderlo profundamente te hace relacionarte mucho mejor con el prójimo.

 

● Cada día ser 1% mejor. Como la famosa metodología Kaizen japonesa, pude observar que cada día iba mejorando poco a poco en la meditación y haciendo mis rutinas de manera más eficiente. Esto implicaba ser paciente y no querer pasar de 0 a 100.

 

● Te pierdes lo bueno buscando el error. Al estar tanto conmigo mismo, me daba cuenta como mi mente a veces iba a lo “negativo” del día inconscientemente (o de cualquier otro momento de mi vida), a diferencia de que me hubieran pasado muchas cosas buenas. Como decía una frase que me gusta mucho “el ser humano se fija en la avispa que nos pica, y en las 500mil que no nos pican no”. Ser objetivo y tener una mente más racional e incluso científica de ver todas las cosas buenas que tenemos ya (no darlas por hecho) y las que nos pasan.

 

● El poder del disfrute. Si aguante esos 10 días fue también por tomármelo muchas veces parte del día como un juego, haciéndome metáforas o comparándolo con mis series o pelis favoritas.

 

Para cerrar el artículo, quiero dejar esta frase de Buda, para motivar a todo el que haya llegado hasta aquí a que descubra su propio camino:

 

“No el que vence a miles de enemigos en la batalla, si no el que se vence a sí mismo, es el máximo vencedor “- Buda