Editorial

¿Te sientes como un insecto?

 

Diversas publicaciones de negocios afirman que los managers presionan mucho a sus equipos y que lo hacen porque reconocen su potencial. En muchas ocasiones, hay comentarios despectivos contra los equipos o se encargan tareas excesivas, con la excusa de que siempre se pueden alcanzar mayores objetivos y el empleado debe darse cuenta de ello.

 

Pero… ¿es esto posible?

 

Hay muchos casos en que los managers, no conocen bien las habilidades principales del personal de su equipo, sino que, además, no tienen ni idea de cual es la palanca de motivación que deben de aplicar con cada uno de los trabajadores.

 

Numerosos estudios muestran que enseñar a los colaboradores directos y personalizar su estilo de gestión para cada miembro del equipo, produce los mejores resultados. Los managers más efectivos son como padres o entrenadores atentos en un equipo deportivo: los empleados tienen más autonomía mientras aprovechan sus puntos fuertes y los managers adoptan un enfoque más práctico y de apoyo para ayudarlos a llenar los vacíos cuando se trata de mejorar las deficiencias que detectan en sus equipos.

 

Y esto, tiene una doble repercusión. Los managers, dejan de ser autómatas de los objetivos y pasan a ser colaboradores de las personas que finalmente están destinadas a conseguir dichos objetivos y, por otro lado, los equipos obtienen un sentimiento de respaldo y de apoyo, y no, de persecución.

 

Es una cuestión de confianza y, dicha confianza, hay que impregnarla en la organización. ¿Cómo se puede repartir confianza en medio de un ambiente hostil? Dar confianza es dar responsabilidad; y dar responsabilidad conlleva previamente enseñar, enfocar las expectativas y conocer a fondo los recursos humanos de tu equipo. Gritar se traduce en “no confío en ti”; transmite un “no se nada de ti”; y, sobre todo, genera el sentimiento “soy un insecto que va a ser pisado en cualquier momento”, en el propio colaborador. Sentirse “insecto” significa sobrevivir en un mundo paralelo, sin comprensión, sin ayuda, sin enseñanza. Sentirse “insecto” es no sentirse “persona” y, por ende, deja de producir como tal.

 

Cualquier jefe que utilice el terror para dominar a sus colaboradores, rápidamente pierde mi respeto. Este es un modelo de gestión empleado por managers que carecen de la experiencia y las herramientas para administrar adecuadamente; incluso llega a ser un problema de carácter del manager, que no ha evolucionado en su modelo de relación social profesional.

 

Además, si la comunicación es óptima y bidireccional, con respeto mutuo y sincero, se abordan las inquietudes con el manager, para evitar que surjan sentimientos desagradables. Esto pretende eliminar la supuesta hostilidad arrogante y la falta de sinceridad engañosa, sin olvidar la escasez permanente de empatía; un manager con estas actitudes rompe la conexión emocional y comunicacional. Si este hilo se rompe, la productividad cae al abismo.

 

A pesar de los abrumadores datos que demuestran su ineficacia, todavía prevalece un estilo de gestión agresivo y basado en el miedo en muchas organizaciones. La cuestión es que, transmitir miedo, es inculcar los sentimientos del propio manager al equipo, es decir, “yo te transmito miedo porque no confío en mí mismo; no me siento seguro de mí mismo; no me conozco ni a mí mismo” y, por ello, “te presiono para que no me falles tú, no sea que falle yo”. Transmitir miedo a los demás es disimular a través de una peligrosa onda expansiva emocional, mis miedos como manager; para que no se noten mis miedos, impongo el terror…. ¿de verdad es aún estamos en esto?; me temo que sí.

 

Cualquier manager con personas a cargo, es director de personas; y dirigir personas, es dirigir emociones, es dirigir sentimientos, es enfocar pensamientos, pero, sobre todo, debe ser percibir un boomerang de agradecimientos. El manager que reciba un boomerang de agradecimientos, es porque ha enviado un mensaje de confianza y, ésta, sólo se envía a través de la empatía, la comunicación y la enseñanza. Sólo queda que analicemos si el carácter habitual de las personas, debe ser analizado más a fondo antes de abrir las puertas de una organización. Yo creo que está claro.