Imagen: <a href="https://www.freepik.es/foto-gratis/grupo-aficionados-felices-animando-victoria-su equipo_13935069.htm#query=pedro%20sanchez&position=15&from_view=search&track=ais">Imagen de master1305</a> en Freepik

 

Si el líder está tomando decisiones o realizando acciones poco razonables o perjudiciales, un equipo no siempre debe seguir al líder ciegamente. La capacidad de un líder para tomar decisiones informadas, liderar con integridad y considerar los objetivos del equipo y la organización en su conjunto son factores que determinan su eficacia.

 

Por ejemplo, los líderes deben ayudar a los miembros del equipo a sentirse cómodos expresando sus preocupaciones y puntos de vista. Los miembros del equipo deben sentirse libres para expresar sus preocupaciones y argumentar razonablemente si el líder está a punto de tomar una decisión imprudente.

 

También deben basar sus decisiones en datos y hechos, en lugar de tomar decisiones impulsivas o irracionales. Los líderes deben estar dispuestos a escuchar a los expertos en la materia y a considerar diferentes perspectivas antes de tomar una decisión importante.

 

Además, es muy importante actuar de acuerdo con los valores y principios éticos de la organización. Si un líder está a punto de realizar acciones poco éticas o inmorales, los miembros del equipo tienen la responsabilidad de oponerse y, si es necesario, informar a las autoridades adecuadas.

 

Por todo ello, si un líder toma decisiones poco lógicas que tienen un impacto negativo en el equipo u la organización, debe rendir cuentas por esas acciones.

 

A lo largo de la historia, debido a decisiones consideradas inmorales o perjudiciales, los miembros de un equipo o grupo han dejado de seguir a sus líderes políticos o militares. Por ejemplo, hubo casos de soldados que se negaron a seguir órdenes que consideraban injustas o inmorales durante la Guerra de Vietnam.

 

Igualmente, cuando los empleados en una empresa creen que las decisiones tomadas por los líderes son perjudiciales para ellos o para la empresa, pueden rechazar a sus líderes. Los empleados pueden, por ejemplo, llevar a cabo un boicot corporativo o una huelga si creen que sus líderes están reduciendo injustamente los beneficios o las condiciones laborales.

 

En la política, como en el resto de los ámbitos de la vida, aquellos que apoyan a un líder pueden retirar su apoyo si creen que sus acciones son perjudiciales para la nación o la comunidad. Esto podría resultar en el abandono de miembros del partido o en la pérdida de apoyo electoral. Si un líder de un equipo insiste en tomar una decisión que va en contra de los principios éticos del equipo o pone en riesgo la calidad del proyecto, los miembros del equipo pueden negarse a seguirlo. Por ejemplo, si un líder de equipo de desarrollo de software insiste en lanzar un producto con graves defectos de seguridad, los miembros del equipo pueden negarse a hacerlo.

 

En todos los casos, la negativa a seguir al líder se basa en preocupaciones legítimas sobre el impacto negativo de esas decisiones en el equipo, la organización o la sociedad en general.

 

La pregunta candente en estos momentos en España es:

¿Hay preocupación legítima en los diputados del PSOE? ¿Sienten que su líder ha orientado al partido hacia cuestiones que se saltan la ética y los valores del mismo?

 

Puede que sí o puede que no. No tardaremos mucho en saber las contestaciones a estas preguntas. Pero lo cierto, es que el liderazgo de una persona, puede no ser correspondido, si se considera que los objetivos de dicho liderazgo, perjudican gravemente el motivo de su existencia o el objeto de la misma. Otra cosa, es que no se considere así. Lo veremos.