La inteligencia artificial (IA) es una de las tecnologías más disruptivas de nuestro tiempo. Gracias a ella, las máquinas pueden aprender, razonar y tomar decisiones de forma autónoma. Aunque la IA ofrece muchas ventajas, también presenta algunos desafíos importantes, entre ellos, el impacto en el mercado laboral.
En los próximos años, la IA va a transformar el mundo del trabajo de forma radical. Muchos puestos de trabajo, especialmente aquellos que implican tareas repetitivas y rutinarias, corren el riesgo de desaparecer. Esto incluye, por ejemplo, trabajos en fábricas, tareas administrativas y contables, e incluso trabajos muy bien remunerados hoy en día como pueden ser ciertos puestos en el sector financiero. La IA se basará en datos y proyecciones, el trabajo del ser humano tiene un factor emocional. A la hora de pensar quién queremos que gestione nuestro dinero, elegiremos siempre a misma rentabilidad, el mínimo riesgo posible.
La buena noticia es que, aunque algunas habilidades técnicas serán menos relevantes en el futuro, las habilidades sociales y emocionales se volverán más importantes que nunca. Las empresas necesitarán empleados que sean capaces de comunicarse eficazmente, trabajar en equipo, adaptarse a nuevos desafíos y resolver problemas de manera creativa.
Por supuesto, hará falta también el trabajador que sea capaz de programar la IA para dar respuesta a nuestros clientes.
Es importante que las nuevas generaciones se preparen para este cambio de paradigma. La educación debe centrarse no sólo en la adquisición de conocimientos técnicos, más fáciles de programar, sino también en las denominadas soft skills. Se entienden por soft skills a aquellas cualidades personales que se requieren para tener éxito en el trabajo. Se relacionan directamente con los rasgos de la forma de ser y la mentalidad. También se les conoce como habilidades o competencias blandas. Estas cualidades determinan cómo una persona interactúa en sus relaciones con los demás, un aspecto muy valioso en los equipos de trabajo.
Además, la formación debe ser constante y adaptarse a medida que cambian las necesidades del mercado laboral. Esto significa que tanto los trabajadores actuales como los futuros deben estar dispuestos a aprender de forma continua, a actualizar sus habilidades y a reinventarse a sí mismos si es necesario. Esta forma de trabajar que a día de hoy se conoce en pocos sectores laborales, siendo la medicina el mejor ejemplo de ello, en el que los buenos médicos están continuamente formándose y leyendo semanalmente la prestigiosa revista británica “The Lancet” para estar a la última en conocimientos y procedimientos, se hará extensible a los profesionales del resto de sectores.
La gestión de la IA también es un tema clave en este contexto. Es importante que los responsables políticos y empresariales se aseguren de que la IA se utilice de manera ética y responsable, y que se minimicen los riesgos de exclusión social. La IA debe ser una herramienta al servicio de la sociedad, y no al revés.
En definitiva, la IA va a cambiar el mundo del trabajo de forma radical en los próximos años. Es importante que las nuevas generaciones se preparen para este cambio, adquiriendo habilidades sociales y emocionales que serán cada vez más importantes. La gestión ética y responsable de la IA es también fundamental para minimizar los riesgos y maximizar los beneficios de esta tecnología.
Ahora… ¿cómo sabes si este artículo lo ha escrito un ser humano, o la IA…?